La hija mayor de Àngel Dealbert tiene cuatro años. Cada vez que se encuentra un partido de fútbol pregunta si está jugando su padre. «Ya pregunta y le gusta», dice Dealbert, padre orgulloso también de un bebé que sujetó en sus brazos sobre el verde de Castalia, justo antes de la final victoriosa del Castellón contra el Portugalete, que valió el último domingo de junio el segundo ascenso de su carrera.

Dealbert tiene 35 años y sopesa ahora la posibilidad de seguir jugando, retirarse o continuar en el club trabajando en otra área. «Esta semana tomaré la decisión», asegura, «necesitaba antes unos días para desconectar». El de Benlloc regresó al Castellón hace un año para abanderar el proyecto de rescate del club en el que se formó, y con el que llegó al fútbol profesional. Dealbert aportó en las oficinas y en el campo. «No ha sido un año fácil con esos dos 'cargos'», comenta, «pero sabía donde me metía y que sería muy duro. Yo mismo me metí mucha presión, pero con la ayuda de la familia la he llevado bien».

La historia se endulza además con el final feliz. Dealbert ha acumulado 3.304 minutos repartidos en 39 partidos. Una travesía alargada con seis semanas de agónico play-off. El canterano valora mucho lo conseguido. «No ganar la liga después de haberla tenido en la mano fue un golpe duro, y no era sencillo para nadie asumir eso. Lo hablamos, y decidimos ir partido a partido, sabiendo que no sería fácil y habría que sufrir mucho». Eso hizo el equipo durante las tres eliminatorias de la fase de ascenso, con varios momentos al límite. «Quizá Sant Andreu fue el más difícil, porque era un gran equipo, como el nuestro hecho para ascender, y también la ida en Portugalete, con el 1-0, que no era un resultado definitivo pero sí muy peligroso, pero al final empatamos y lo sacamos». «Hemos tenido suerte en algunos momentos», admite Dealbert, «pero la suerte hay que buscarla y los play-offs se deciden por detalles. El equipo lo ha peleado muchísimo, hicimos un gran esfuerzo y estuvimos muy concentrados porque todos sabíamos lo que nos jugábamos».

Las emociones

Todo para llegar a la noche del 24 de junio. Lleno en Castalia, 1-0 y pitido final del árbitro, en el delirio del minuto 94. Invansión de campo y baño de multitudes para Àngel Dealbert. «En 2005 viví un ascenso a Segunda», dice, «pero este aunque sea a Segunda B ha sido más emocionante. Algo así no lo había vivido nunca. He recibido tantas muestras de agradecimiento que no sabes qué decir. Las gracias las tenemos que dar nosotros por vivir esto».