Los partidos de fútbol son como los cursos escolares. Uno sabe cómo empiezan pero nunca cómo acaban. El curso se empieza absolutamente modélico: la mochila perfecta, el estuche simétrico y la colonia subrayando la raya en el pelo. El primer día llegas media hora antes, el primer día no pesa el sueño, pero ese espíritu dura más bien poco. Uno acaba como acaba: con un boli BIC mordido y sin capucha, pidiendo el almuerzo a la hora del patio y con el pijama debajo de la ropa. Al final llegas directamente a segunda hora. El Villarreal-Real Sociedad de anoche empezó asido al manual y acabó quemando hojas en la hoguera. Empezó en plan gustazo y acabó a lo sálvese quien pueda. Empezó ganándolo el Villarreal gracias un golazo de Gerard Moreno y acabó perdiéndolo el propio Villarreal, castigado por dos errores groseros de sus centrales, Funes Mori y Álvaro, para el 1-2, cada cual más grave, y uno en cada tiempo.

Villarreal y Real Sociedad son dos equipos similares. Empezaron discutiendo por ver quién es más guapo: a ver quién juntaba a más centrocampistas, a ver quien maneja los jóvenes más prometedores, a ver quién trataba mejor a la pelota. Empezaron así porque es verdad: son dos equipos de los que LaLiga Santander debería ir presumiendo por ahí, dos buenos equipos que elevan el nivel y el interés medio del campeonato. Empezaron así pero acabaron en la prosa más dura, adaptándose a las circunstancias, ya sin tiempo para la lírica: uno colgando balones a la olla y otro acumulando zagueros para defender la ventaja.

El partido estuvo marcado por los errores de los centrales del Villarreal, que tiraron por la borda el buen funcionamiento colectivo de los de Javi Calleja. Pese a la derrota, los amarillos pueden anotar buenas noticias en la libreta. Los jovencísimos Cáseres y Morlanes dominaron la zona ancha con personalidad y criterio. Pedraza competirá de veras con Jaume Costa por el lateral izquierdo. A Cazorla se le sigue cayendo la clase de los bolsillos. Y, sobre todo, Gerard Moreno, de vuelta al club que le vio crecer, es un delantero extraordinario.

El primero

El 1-0 llegó en el minuto 16. La pugna en la medular estaba siendo feroz. En la paradoja, luego, para crear peligro casi fue mejor no tener el balón que tenerlo. El 1-0 se lanzó en transición. Desde el perfil derecho arrancó Gerard Moreno, que fue fijando rivales en la conducción y acomodándose para soltar el latigazo seco y corto, letal de zurda, a la red.

En ventaja, el Villarreal se asentó. La Real respiró en un córner que remató Zubeldia y repelió Asenjo, pero la inercia era amarilla, sin grandes ocasiones pero con evidente control. Era así hasta el minuto 40. Pedraza sacó de banda, Funes Mori pifió el pase hacia el portero y Willian José, solo y contundente en el remate, no perdonó el empate.

Con 1-1 asomó el descanso. A la vuelta, Gerard siguió exhibiendo repertorio. El meta Rulli evitó al límite el segundo gol local, al limpiarle la bola, hábil tras el control orientado. El dominio era del Villarreal y lo seguía siendo cuando Álvaro cometió la segunda imprudencia de la noche. El central groguet conectó con tibieza la pelota en un corte, y Oyarzabal plantó a Juanmi frente al gol. Un disparo esquinado que superó a Asenjo agrandó la dimensión del error.

El 1-2, con veinte minutos por delante, ya no se movió. Trigueros, que renovó la gasolina de Cazorla, empaló alto un centro de Mario. El Villarreal enlazó pronto otra buena ocasión: pase templado de Gerard y Ekambi tapado por Rulli. Sonaban las cornetas en la Cerámica, pero la Real cortó la luz. Calleja acumuló delanteros (Bacca) y Garitano defensas (Elustondo). El ballet inicial mutó en ruido feo.