Escuchando ayer un rato a Simon & Garfunkel me vino a la cabeza lo fácil que es aplicar el título de alguno de sus grandes temas a las crisis política que vive el Ayuntamiento de Castelló: El/La Boxeador/a, Soy una roca, De vuelta a casa, Puente sobre aguas turbulentas, Los sonidos del silencio...

En el edificio histórico de la plaza Mayor el silencio es, si se me permite, ensordecedor. Compromís, el promotor de la reunión, PSPV y Castelló en Moviment, por fin, se vieron las caras para hablar de Ali Brancal, de su impuinvestigación, pero la reunión se realizó en un despacho opaco, sin esos cristales de la transparencia que tanto ha vendido el Acord del Grau. Pero da igual, aunque sus protagonistas no hablasen, su mutismo habló por todos.

La confianza entre los dos principales socios de gobierno, PSPV y Compromís, se ha roto. Que durante toda una semana la alcaldesa y vicealcaldesa no hayan sido capaces de hablar personalmente del futuro político de Brancal es singular. La formación nacionalista ha buscado desde el minuto 1 el amparo de Marco para lograr un respaldo público que nunca ha llegado.

La alcaldesa no quiso hablar, y eso que estaban juntas, en un acto oficial que realizaron en el Grau; Compromís redactó un comunicado en defensa de la vicealcaldesa que no consiguió la firma de los socialistas para darle formato de gobierno municipal y la reunión de ayer solo sirvió para constatar lo que ya se ve: que la vicealcaldesa no quiere dimitir y que el PSPV anhela que lo haga, no por considerar que Ali Brancal sea una política dudosa, sino por el marrón que supone para la opinión pública que ambos partidos se pasen por el forro su Código del Buen Gobierno, un documento que corre el peligro de convertirse en papel mojado.

Compromís juega estos días con el lenguaje jurídico, con las palabras, con no querer equiparar 'imputado', que es lo que recoge el código, con 'investigado', que es la condición que tiene la vicealcaldesa en el juzgado tras la querella que presentó el PP por presunta malversación y falsedad documental.

Compromís, que tiene aún las espaldas muy finas y le cuesta asumir que, como cualquier otro, puede equivocarse y errar, está recibiendo de su propia medicina, pues pide una lealtad hoy que no dio ayer. No hay que viajar muy lejos para recordar el tema de Juan Ángel Lafuente. El PSPV, en concreto la alcaldesa, decidió ficharle como director de la Oficina de Planificación y Proyección Económica del ayuntamiento en febrero de 2017, un año después de que Lafuente, que fue en la lista electoral socialista, renunciase a entrar como concejal tras la dimisión de la edil de fiestas Carme Oliver. La presión sobre Amparo Marco fue intensa, no solo de PP y Ciudadanos, sino también de Castelló en Moviment y de Compromís, hasta el punto de que el partido de Ignasi Garcia, Ali Brancal, Verònica Ruiz y Enric Porcar, los mismos que piden hoy el apoyo de los socialistas a la vicealcaldesa, votó junto a CseM, PP y Ciudadanos para exigir, y conseguir, el cese de Lafuente.

Es curioso el destino cómo baraja las cartas. La alcaldesa, el PSPV, tuvo que cesar al técnico pese a no haber ilegalidad alguna, solo por una cuestión estética. Ahora los bastos pintan para Compromís, en un caso más grave que el de Lafuente, con una vicealcaldesa sin duda honesta, pero investigada en un juzgado. Nos asomamos, como cantaron Simon & Garfunkel, ante un nebuloso invierno.