El Centro de Termalismo Helio-Marino de Benicàssim tiene los días contados ya que, tras el expediente de ruina, los propietarios del edificio han solicitado al ayuntamiento su derribo.

El emblemático edificio lleva 26 años sin uso y después de varias inspecciones técnicas se encuentra en una difícil situación en cuanto a estructura y mantenimiento. Por ese motivo, y de forma consensuada entre los propietarios del edificio (las familias Farnós, Carpi y Forner) se ha optado por iniciar los trámites para su derribo, sobre todo por temas de seguridad. Y es que a pesar de que el edificio se encuentra cerrado y vallado y con seguridad, los técnicos que realizaron la inspección han aconsejado su derribo para evitar cualquier accidente que pudiera ocurrir.

Tras esa decisión tomada por parte de los propietarios del edificio, el Ayuntamiento de Benicàssim es el encargado de dar vía libre al derribo y, como explicó el concejal de Urbanismo, Carlos Díaz, la aprobación se tratará en la Junta de Gobierno Local de la próxima semana ya que, al suspender las comisiones informativas durante las vacaciones de Navidad, se ha optado por llevarlo a la Junta de Gobierno porque «la propiedad quiere que el expediente se apruebe cuanto antes para que las obras de demolición se puedan ejecutar entre los meses de enero y febrero que es cuando menos actividad hay en la zona». Así, «al estar todo informado», como comentó Díaz, está previsto que el próximo jueves 27 de diciembre se lleve a aprobación la solicitud de derribo y tras ello podrán comenzar las obras que eliminarán uno de los edificios más emblemáticos del municipio benicense, a pesar de llevar más de 25 años cerrado.

Una vez ejecutado el derribo, los propietarios y el ayuntamiento hablarán de los usos que se podrá destinar este espacio.

Suelo asistencial sanitario

Desde 1992, la calificación del suelo es de uso asistencial sanitario y, desde entonces, no ha acudido ningún inversor interesado en montar un hospital ni ningún espacio sanitario. Al respecto, el concejal de Urbanismo recordó que «hace años ya se dijo que el ayuntamiento estaría dispuesto a cambiar el uso del suelo por un tema residencial terciario, hotelero, pero de momento no hay propuesta y ahora únicamente interesa el expediente de derribo por el expediente de ruina en el que se encuentra el edificio».

Hasta el momento, lo único que se sabe es que tanto consistorio como propietarios trabajarán porque el espacio que deje el derribo del Termalismo pueda ofrecer oportunidades para el desarrollo del municipio y genere beneficios a Benicàssim y a los propietarios de este espacio.

Asimismo, tras el derribo del edificio, paisajísticamente no va a cambiar mucho porque detrás hay otros edificios «y, por tanto, no aporta beneficio alguno», añadió Díaz, quien finalizó diciendo que en esta zona norte del municipio están pendientes las unidades de ejecución Gurugú, Pontazgo y Termalismo, un desarollo que, hasta materializarse, podrían pasar entre tres y cinco años aproximadamente.

Breve pero relevante historia

El Centro de Termalismo Helio-Marino de Benicàssim tuvo una breve historia pero muy relevante en el campo sanitario así como para el desarrollo económico del municipio de la comarca de la Plana Alta. El edificio inició su actividad en junio de 1966 y fue el primer centro de rehabilitación funcional de España.

Sin embargo, en 1975 comenzó a escribirse el final de su historia. Tras el famoso Proceso de Burgos, unos meses antes del fallecimiento de Franco, hubo una gran reacción internacional contra España y los enfermos suecos y daneses fueron evacuados, conllevando al vacío del centro. El termalismo continuó gracias a los clientes privados y a los procedentes de la Seguridad Social nacional y francesa, como franceses y suizos. Los problemas económicos comenzaron a surgir y, como recuerda Joaquín Farnós, la llegada al poder del PSOE en 1982, con Felipe González al frente, conllevó a que la Sanidad solo sería gestionada por el sector público, una difícil decisión que marcó el principio del fin del termalismo.