El grupo empresarial Gres de Nules-Keraben, cuya propiedad está en la actualidad en manos de la multinacional británica Victoria PLC, recibió en enero de 1994 el premio Príncipe Felipe a la categoría empresarial. Un premio que el presidente de la compañía, el veterano Rafael Benavent, hizo extensivo al resto de la industria cerámica castellonense, y de la que destacó «su dinamismo» y «la alegría con la que reinvierte los beneficios».

Aquella fue la primera edición del prestigioso galardón, y Benavent lo recibió de manos del hoy Rey de España. Y en la categoría en la que resultó ganadora Gres de Nules, calidad empresarial, también compitieron «firmas de la envergadura de IBM, Fasa, Renault y Construcción Aeronáuticas, lo que da prueba de la importancia del certamen», subrayó Benavent.

Gres de Nules destacaba hace un cuarto de siglo por apostar por un concepto de la calidad que no se limitaba exclusivamente al producto acabado, sino que era «global». En este sentido, Benavent explicó que la palabra calidad «se convierte en la referencia y el objetivo de cualquier actividad desarrollada en la empresa, desde la concepción, diseño y desarrollo del producto, hasta s entrega y posterior servicio al cliente».

La calidad, insistía Rafael Benavent en el reportaje de Levante de Castelló, «debe ser global y es una responsabilidad de todos los grupos e individuos de la compañía en su actividad diaria».