Con la llegada del invierno y el mes de febrero el color del paisaje castellonense cambia por completo y se vuelve rosa y blanco. Las flores de los almendros llenan de luz los campos y bancales y es fácil, con pegar un simple vistazo, disfrutar de la hermosura de este árbol tan invernal. Tal es así, que en Albocàsser han querido rendir homenaje a la belleza de los almendros.

Cabe recordar que la economía del municipio está fuertemente sustentada por la producción y venta de este sabroso fruto seco y su vista aérea en estas fechas está teñida de flores.

Desde Saó, el recientemente inaugurado Espai d'Art con Tere Boix al frente, se puso en marcha la actividad 'Atmelers a escena' en la que también han colaborado Frutos Secos del Maestrazgo, Frutos Secos Escrig, el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo y Disseny Grafic Tere Adell.

Gracias a ella tenemos la oportunidad de hacer una relajante parada en nuestro viaje por el municipio. Relajante a la par que curiosa y novedosa. Y es que llama mucho la atención una espectacular mesa montada con copas y candelabros, al más puro estilo de película Hollywoodiense, que invita a comer en ella. En otro lado encontramos una cama lista para tumbarse, relajarse y con el sonido de la naturaleza a nuestro alrededor y con un techo pintado de blanco y rosa disfrutar de una siesta en toda regla.

A medida que avanzamos por el bancal en el que se ha ubicado la actividad vamos encontrando sillas, sofás y sillones perfectamente dispuestos para desconectar del ruido, del día a día y que nos invitan a descansar. Tampoco es fácil olvidar la belleza de los espejos y los reflejos. Con gran imaginación se han distribuido espejos de diferentes tamaños y medidas que reflejan la luz y color de los almendros. Todo un espectáculo para la vista.

Con 'Atmelers a escena' se ha querido transportar al visitante a una casa de lujo con todas las comodidades y, a decir verdad, lo han conseguido. Cuando paseamos bajo los almendros y disfrutamos de las diferentes estancias construidas es como si nos encontrásemos en una mansión cuyas paredes y techos están hechos de flor de almendro.

Tras un alto en el camino toca ponerse otra vez a la carretera. Seguimos hasta el núcleo urbano del municipio y aprovechamos para entrar a un horno tradicional y comprar algún que otro dulce típico con la almendra como protagonista. Avanzamos hacia la Esperanza y por el camino gozamos con los colores de los almendros. Al llegar a la parte más alta nos encontramos con una vista increíble en la que los tonos rosados, fruto de las flores de las copas de los almendros, rodean al municipio. Por último, no nos olvidamos de visitar el ermitorio de Sant Pau. Esta bella construcción dedicada a San Pablo Apóstol se encuentra antes de llegar al municipio desde Castellón, y para ir hasta allí, recorremos una carretera con un toque común: los almendros en flor que nos embelesan.