En su dilatada carrera profesional, Arquimbau informó de todos los ámbitos
de la actualidad, pero su especialidad fue el deporte. En en este apartado, Arquimbau subraya que sus recuerdos más positivos son los vinculados al ascenso del Castellón, de quien espera que renazca de sus cenizas como el Ave Fénix. Por contra, el prestigioso locutor y directivo radiofónico resalta que el hecho que más dolor le causó al narrar fue la tragedia del autobús de Torreblanca
José María Arquimbau (Castelló, 1941) se jubiló en 2006, tras casi medio siglo en la profesión y tres década de director. Entre otros premios, tiene la Antena de Oro de la Asociación de Profesionales de Radio Televisión. Arquimbau, en la actualidad presidente de la Asociación de Amigos de la Jaume I, señala que la radio de «antes era más artesana y también más intimista.
¿Cómo fueron sus inicios y por qué optó por la radio?
Quizás por una cuestión geográfica. Yo vivía en la calle Huerto de Más, al lado de Radio Castellón, y cada día veía pasar al mítico locutor castellonense Chencho [ Crescencio López], y ello me creó una inclinación hacia el medio. En la calle Trinidad había una estudio-escuela de radio. Decidí ir y comencé a hacer mis primeros pinitos en la profesión. En 1959 me incorporé la Voz de Borriana, y dos años después a la Voz de Castellón, que luego pasó a ser Radiocadena y, más tarde Radio Nacional de España. Fui director desde 1964 hasta 1996. Y los últimos diez los completé como redactor.
¿Inicialmente, que tipo de información hacía?
Siempre he sido locutor, además de programar incluso cuando llegué a director. He informado de todo pero fundamentalmente mi especialidad siempre ha sido el deporte. También esta inclinación por el deporte y el fútbol e n concreto me viene de muy joven. Muchos amigos me recuerdan aún como cuando estábamos estudiando el bachillerato les radiada el partido del Castellón basándome en la crónica de la Hoja del Lunes.
¿Cómo era aquella radio de sus principios en la profesión periodística?
Más romántica y más artesanal y, por encima de todo, reflejaba la voluntad y la forma de ser de la gente que trabaja en la emisora. También era una radio más intimista. Ahora, la radio, al margen de la aportación de las nuevas tecnologías, es distinta y quizás está más politizada. Antes nos dedicábamos más al viejo axioma de informar, formar y entretener. Y, ahora, quizás por la gran competencia que hay, cada uno va a ver quien dice más barbaridades y ello lleva a la inexactitud.
¿Cómo ha evolucionado el binomio radio-oyente?
También en este apartado hay grandes diferencias. La radio ha sido durante mucho tiempo el medio por excelencia de la partición del oyente, que llamaba a la emisora implicarse de manera directa. Quizás ahora la programación está más mediatizada por el protagonismo de los profesionales.
¿Cómo califica el periodismo que se hace en la actualidad?
Es un periodismo distinto. Antes tenía que poner más imaginación, porque la gente era más remisa a ponerse a hablar ante un micrófono.
En el plano de la información general, ¿cuál fue la información que más le costó ofrecer al oyente?
La noche más difícil, desde el punto de vista profesional, fue la del accidente del autobús de Torreblanca [tragedia ocurrida en agosto de 1992 y que se saldó con 46 muertos]. Pasé toda la noche en el cementerio y cada vez que entraba en un boletín, lamentablemente, el número de víctimas había crecido.
¿Y la más positiva?
Sin duda la creación de la Universidad Jaume I de Castelló.
Y en el apartado deportivo?
Siempre que he tenido que narrar un ascenso de categoría del Castellón y, en consecuencia, la más negativa, cuando he tenido que informar de un descenso. Pero yo espero que el club vuelva, como el Ave Fénix, a renacer de sus cenizas.
¿Qué profesionales coetáneos y de la radio destacaría?
Por lo que toca a la ciudad de Castelló, sin duda a Chencho, como locutor en general y deportivo en particular. Ha sido toda una figura. Tampoco puedo a olvidar a otros periodistas como Juan Soler, Manolo Monferrer, o Lorenzo Gómez. Y en el plano nacional, por encima de todo, a Matías Prats, padre e hijo.
