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Los domingueros

Nada odiaba más en el mundo que a los que solo salen en Nochevieja y en Magdalena. A nadie he criticado más en esta vida que a los que solo salen en Nochevieja y en Magdalena. Lo he escrito en artículos varios, lo he repetido mil veces, hasta lo he publicado en dos libros: respeto a todo el mundo menos a los que solo salen en Nochevieja y en Magdalena. Quitaría el derecho al voto a los que solo salen en Nochevieja y en Magdalena. Juan Guerrero echó a Marenyà, pero al menos no solo sale en Nochevieja y en Magdalena. Dirán lo que quieran de Pol Pot y los Jemeres Rojos, pero seguro que al menos no solo salían en Nochevieja y en Magdalena. Los domingueros de la noche, los acosacamareros, los calvos con coleta , los que solo salen en Nochevieja y en Magdalena.

Bien, me derrumbo: estoy a punto de convertirme en uno de esos que solo sale en Nochevieja y en Magdalena. No lo soy aún, miren si es triste, porque ni siquiera he salido aún esta Magdalena. Quizá sea este el consuelo más lamentable y tramposo de nuestra era. También lo he escrito alguna vez, como todo: dejar de salir de fiesta es como dejar de hacer deporte. Cada día que pasa cuesta más volver. Volver a salir en Magdalena es volver a hacer deporte con un maratón. O peor. En Magdalena se come mal y se bebe caro. En Magdalena te despistas un poco y eres un inglés en el FIB, reincidentemente atracado, perdiendo a tus amigos, intimando con extraños.

No beber en Magdalena es para mí una experiencia nueva. Voy por la calle y me fijo en otras cosas. Lo primero es que la luz parece distinta. Lo segundo es que vais muy borrachos. Camino con una absurda superioridad moral, que me suena de alguna vez que llegué tarde, mis amigos iban borrachos y yo todavía no. Esa atalaya efímera se prolonga ahora. La vida parece más fácil sin resacas hasta que recuerdas cuánto odiabas a aquellos que solo salen en Nochevieja y en Magdalena.

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