La plaza de la Iglesia de Orpesa esconde desde junio de 2011 en una de las casas que la conforman un espacio gastronómico que aúna creatividad, buen producto y un ambiente totalmente casero. Mikel Estibariz, de origen vasco, está al frente de La Casa Encesa, un restaurante con una elaborada carta que se basa en materia prima de proximidad junto a un entorno privilegiado al estar situado en un espacio construido en 1890 que antiguamente albergaba un anticuario bautizado por muchos locales como «El antiguo almacén».

Esta «casa de comidas», como prefiere llamarle Estibariz por el ambiente casero que se respira, tiene capacidad para alrededor de 60 personas entre la sala principal y su terraza, que goza de una privilegiada vista de la costa oropesina. Antes de abrir La Casa Encesa, Mikel ya había dirigido otros restaurantes de diferente tipo, hasta que se lanzó a regentar el suyo propio hace ahora ocho años.

La oferta del restaurante se basa en «presentar producto de calidad con técnicas cuidadas y diferentes», según explica el propietario y jefe de cocina. La carta la conforman diferentes entrantes como unas cocochas de bacalao, que evidencian el origen vasco del chef, o una coca de carrillera, piña y tofe, sacando así su parte valenciana. Le siguen unas cuidadas ensaladas y diferentes pescados como el lomo de bacalao con ravioli de butifarra. También incluye algunos cortes de carne como el chuletón de buey a la brasa, la pluma ibérica o la carrillera de ternera con pastel de patata.

Entre las especialidades del lugar, pese a afirmar tenerle cariño a todos los platos, Mikel destaca la manita de cerdo rellena de paté, ciruelas y almendra, así como la escalivada con ventresca de atún, ambos platos fijos de la carta a demanda de los comensales, ya que la oferta varía según la temporada al estar basada en el producto de proximidad.

Y es que el lugar esconde otro secreto además del espacio. La cocina incluye un horno de piedra que aporta un carácter especial a esa escalivada o a los arroces y fideuàs, como puede ser la de carrillera, espárragos y foie, que solo se sirve al mediodía.

La comida se puede acabar por todo lo alto con un buen postre como el goshua, elaborado a partir de cuajada, bizcocho borracho y crema catalana caramelizada por encima. Los comensales pueden acompañar también la comida con uno de los vinos que componen su carta y que está formada por destacadas referencias de la zona y otras internacionales menos comunes.

Para los que lo quieran probar todo, La Casa Encesa ofrece un menú degustación cada semana que incluye un aperitivo, un entrante frío, otro caliente, un plato de carne, uno de pescado, un arroz o fideuá y un postre por 25 euros.

En temporada alta el equipo lo integran seis personas, tres en sala y otras tres en cocina, y además ofrece «como complemento a la parte gastronómica» una oferta artística en una de sus salas basada en conciertos en acústico o exposiciones de artistas de la zona como Jaime Jiménez.

El local abre de jueves a domingo en servicio de comidas y cenas hasta el 15 de junio. A partir de entonces y hasta septiembre solo ofrece cenas, aunque lo hace durante todos los días de la semana.