«¿Creéis que yo era un blanco fácil para que se burlasen mis compañeros?» Pregunta tras la cual se escuchó un unánime y esperado «sí» por parte de los alumnos convocados allí. «Pues no, porque mis amigos no eran así».
De este modo empezó la conferencia que daba Juan Manuel Montilla «el Langui» a casi 900 niños en el Auditori Leopoldo Peñarroja de la Vall d'Uixó. Se trataba de un encuentro de dos horas del actor y rapero con los niños en los que se acercaron unos a otros, tuvieron la oportunidad de hacerse una foto y de intercambiar algunas palabras.
Sin tabú, con dolor e ironía por partes iguales, pero sin un atisbo de venganza ni de resignación contaba con todo lujo de detalles ante un público que miraba y escuchaba sin poder pestañear a duras penas la media hora que le podía costar levantarse del suelo cuando caía, y los reproches que recibía su madre cuando «en lugar de tener lástima y coger a su hijo para levantarlo, se tragaba todo el dolor y estaba conmigo animándome a seguir adelante, a levantarme yo sólo».
No fue una conferencia larga llena de lecciones. Aquello no se trataba de una clase magistral con la que decir al niño lo que no tiene que hacer como si se tratase de un libro de instrucciones o de las reglas de acentuación. En este caso los alumnos recibieron una cruda y amable lección de vida en la que tampoco nuestro conferenciante escapó de un turno de preguntas de los alumnos de lo más variopintas que fueron desde «¿Cuál es la película en la que más te ha gustado trabajar?» hasta «¿Cómo jugabas de portero cuando eras pequeño con el brazo así?».
La anécdota del acto fue el momento en el que una maestra, instantes antes de finalizar la charla, se marchó de la sala alegando que perdían el autobús que les llevaría de vuelta al colegio, ante lo que el Langui instó a los niños a quedarse cinco minutos más. Estas palabras llevaron a todos los niños a desobedecer las órdenes de la preocupada maestra y correr hacia la primera fila para ver finalizar el acto. «Dale a la música» se limitó a decir Montilla, tras lo que improvisó un rap que levantó a los niños de sus asientos y a corear el estribillo.
Pudimos sentarnos con el Langui y hablar con él, cuando sentado en aquel escenario y ahora con la sala vacía, hacía un repaso a la conferencia y a el problema del acoso escolar, el cual declara «no ha cambiado mucho, en líneas generales, desde que era niño hasta ahora». Contra a eso reivindica «el papel de la cultura como fundamental para aprender, abrir la mente, el corazón y poder contribuir a un cambio».
También declara que él no es una figura importante por ser el Langui, sino que lo importante «es que los chicos tengan referentes con capacidades diferentes. Aquí ha habido un tipo con parálisis cerebral al que le ha costado andar por el escenario y los niños gritaban ¡Langui, Langui! y eso es lo que me emociona. No sólo cuando es mi nombre el que corean, sino también cuando corean el nombre de Pablo Pineda» destacaba el actor.
