La actriz griega Irene Papas no dudaba en comparar con una catedral la silueta industrial de la antigua nave de Altos Hornos del Mediterráneo convertida en espacio escénico de la Ciudad del Teatro. Para lograrlo, la Generalitat Valenciana invirtió en su monumental estructura más de 25 millones de euros. Y desde entonces el espacio ha acogido propuestas teatrales, tan millonarias como polémicas, de la envergadura de Las troyanas de Papas, las Comedias bárbaras de Bigas Luna, o la adaptación de La Celestina de Lepage.

Las instalaciones también se transformaron en espacio de la artes plásticas durante la Bienal de Valencia. Y en los últimos años la Nau se convirtió en sede de Sagunt a Escena. Hasta que este año, la directora de Teatres de la Generalitat Valenciana anunciaba la renuncia a abrir este espacio tras sufrir un recorte del 44% del presupuesto del festival de verano. De este modo, 2010 será el primer año, después de muchos, en que la nave siderúrgica carezca de programación cultural.

Sin embargo, eso no significa que el lugar permanezca cerrado. Hoy mismo está previsto que se celebre en su interior una misa de campaña con motivo de los festejos de la Virgen del Carmen. Así, frente a la inactividad cultural, el espacio refuerza su vertiente más popular. De hecho, hace sólo unas semanas la nave acogía a unos 4.000 jubilados en una comida organizada por la Unión Democrática de Pensionistas. Hasta una feria inmobiliaria con subasta de pisos incluida se ha realizado en su interior.

Y es que la incógnita ahora es saber cuál será el futuro de estas instalaciones. Incluso cómo afrontar los gastos de su mantenimiento. Así, por ejemplo, la Fundación de la Ciudad de las Artes Escénicas, que es responsable de su gestión, incluso ha estudiado peticiones de alquiler a fabricantes de coches para realizar presentaciones de nuevos modelos.

En cualquier caso, mientras se disipan las sombras, la Nau seguirá acogiendo variopintas iniciativas.