Daniel Carbonell y Mari Carmen Rubio son los propietarios de una pequeña parcela de dos anegadas de extensión ubicada en una zona cercana a l’Ermita dels Peixets (Alboraia). Aunque no está labrada, intentan mantenerla en buenas condiciones por si algún día deciden volver a trabajarla. Ahora, sus tierras se ven «amenazadas» por la posible llegada de grupos de jóvenes ávidos de fiesta si al final se celebra en este emplazamiento la edición 2016 del festival Marenostrum, que el año pasado tuvo lugar en un solar asfaltado cercano al puerto. La estimación habla de más de 60.000 asistentes, que se congregarán en uno de los pocos entornos dunares con huerta que aún se conservan en la provincia de Valencia.

Carbonell y Rubio fueron ayer uno de los más de 100 participantes en una concentración contra al traslado del macroevento, que tuvo lugar a escasos metros del mar.

Su postura es muy clara: «Esta es nuestra tierra y no queremos que se eche a perder por un festival». Aunque no le sacan rédito en la actualidad, se han negado tajantemente a ceder la parcela para el evento: «Nos han llamado varias veces de la empresa organizadora, ofreciéndonos cada vez más dinero. En la última oferta nos daban 6.000 euros por tres años, pero nos hemos negado a aceptar. De hecho, el tema ya está en manos de nuestros abogados. Haremos lo imposible para impedir que tenga lugar el festival. Dicen que la empresa se compromete a regenerar... pero ¿Quién se cree que van a cumplir?».

Asentamiento

Mientras atienden a Levante-EMV señalan de forma insistente un asentamiento presuntamente ilegal formado por caravanas y toldos dispersos que se encuentra a escasos metros de sus tierras y del que asoman unas gallinas. «El ayuntamiento dice que es responsabilidad de Fomento y que no puede hacer nada y nosotros lo sufrimos, ya que la acequia que debía servir para regar es como el baño de esta gente», apostillaron los afectados.

También participaron en la cita diversas entidades vecinales y la asociación «Per l’Horta-Som Horta». Marc Ferri fue el encargado de leer el manifiesto. Argumentó que «la partida del Miracle —donde puede tener lugar el macroevento— es uno de los pocos espacios que aún se preservan en la provincia de Valencia donde la huerta comunica con una playa prácticamente virgen. Por ello, el Pla d’Acció Territorial de l’Horta de Valencia (Pathv) del año 2010 y su revisión de 2016 le dan máxima protección. Y el ayuntamiento, que promueve el festival, lo sabe». El portavoz también comentó que «el macrofestival supondrá un impacto agrícola y paisajístico difícilmente reversible. Una alteración en este paraje conllevará una difícil y costosa reparación y nos tememos que todo ello propicie una rebaja de protección de cara a la próxima aprobación legal del Pathv».

Por último, Ferri comentó que «el ayuntamiento de Alboraia tiene mucho que explicar, ya que el proceso de aprobación del proyecto ha estado marcado por la falta de transparencia y el autoritarismo de la alcaldía» y pidió «un pronunciamiento claro de las autoridades autonómicas. Esperábamos que los gobiernos del cambio protegieran la huerta, por lo que queremos un posicionamiento claro de la Generalitat y que estudien vías de paralizarlo. La huerta no es un solar donde quepa cualquier proyecto, es un territorio a fomentar y proteger».

«Los vecinos estamos en contra»

Miquel Solís, miembro de la Asociación de Vecinos de la Patacona, también estuvo presente. Declaró que «en teoría el proyecto se tramita desde hace tiempo y nosotros nos hemos enterado de segundas. El ayuntamiento ha actuado prácticamente a escondidas porque saben que la mayoría estamos en contra. La contaminación acústica será enorme y es una zona que están obligadas a mantener y proteger». En términos similares se movió Celeste Juan, su homónima en Port Saplaya.