La incertidumbre global desencadenada por la pandemia del coronavirus se ha llevado por delante otro singular y multitudinario evento festivo en tierras valencianas. Por primera vez desde 1957, este verano las calles de Buñol no se teñirán de rojo. La Tomatina, con plaza fija en el calendario cada último miércoles de agosto, ha sido la última víctima del coronavirus. La celebración cumplía en 2020 sus 75 años de vida, pero la conmemoración del aniversario tendrá que esperar hasta 2021.

La decisión fue comunicada ayer por el ayuntamiento buñolense, que apeló al carácter internacional de la arraigada fiesta popular para defender que hay que primar la «seguridad» y la «responsabilidad» frente a posibles suspicacias. Eso sí, desde el consistorio no renuncian a festejar las bodas de brillante de la Tomatina y ya preparan un acto en el verano de 2021 «con la importancia que merece» para soplar los «75+1».

«No se le escapa a nadie lo difícil que resultaría organizar nuestra fiesta más internacional en estas condiciones donde no se podría garantizar las condiciones optimas de control sanitario para los participantes», justifica la suspensión la alcaldesa de Buñol, Juncal Carrascosa. La difícil resolución había sido acordada con unanimidad por el equipo de gobierno, aunque estaba supeditada a reunir el consenso con la oposición y a un posterior pronunciamiento institucional plenario previsto el 27 de abril. Sin embargo, una filtración precipitó que la bomba informativa tuviera que avanzarse a la jornada de ayer. Desde que la fiesta surgió en 1945 a partir de una riña fortuita en la plaza del Pueblo, la única vez que no se ha celebrado la Tomatina fue hace 63 años, cuando el alcalde franquista la prohibió bajo la consideración de que atentaba contra los valores del régimen.

Preservar el futuro de la fiesta

El ayuntamiento estudia ahora alternativas para que el evento hoy internacional -que junta a más de 20.000 personas- «continúe vigente y de actualidad» pese a la anómala situación. «Tenemos que mirar hacia el futuro, con la certeza de que esto pasará y con el espíritu que lleva implícita la propia Tomatina, batallando de forma pacífica para vencer al virus», resume la concejal de Festejos, María Vallés.

El consistorio ha querido hacer «una llamada a la tranquilidad» de los vecinos. «La cancelación supone un modo de preservar la integridad de la imagen de esta fiesta fuerte, única, intercultural y fraternal, con el objetivo de garantizar su futuro», argumentan. Otros eventos masivos como las Fallas continúan envueltos en un interrogante sobre su fecha definitiva.