Miriam Civera, Aras de los Olmos

Una enorme grúa arrancó ayer el centenario olmo, de casi trescientos años de vida, de la localidad serrana de Aras de los Olmos que la enfermedad de la grafiosis mató en julio de 2004. Este olmo, incluido en el catálogo de árboles monumentales de la Comunidad Valenciana, es todo un símbolo para los vecinos de este pequeño municipio de tan solo 470 habitantes. Los trabajos de poda, extracción y traslado del olmo se prolongaron durante más de siete horas, desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde. Un potente volteo de campanas de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y los aplausos de los vecinos congregados en la plaza sonaron al mismo tiempo que el operario de la grúa levantaba el árbol.

El proceso de extracción fue coordinado por Bernabé Moyà, director del departamento de árboles monumentales de la Diputación de Valencia. Departamento que funciona desde 1994 y que no existe en el resto del España.

Los areños estuvieron en todo momento presentes en la plaza, observando con curiosidad y un poco de nostalgia los trabajos que iban a borrar el preciado árbol de la plaza central del pueblo, la Plaza del Olmo. Incluso los treinta niños que reciben clase en el colegio de primaria de la localidad, acompañados de sus profesores, hicieron una pequeña excursión hasta la plaza para despedirse de su olmo.

Las ramas resultantes de la poda se utilizarán, hoy, para encender una gran hoguera con motivo de los carnavales areños. El tronco del olmo y las raíces se convertirán en un monumento, «Alas del Olmo», que perpetuará el monumental árbol en la villa de Aras de los Olmos. El tronco será recubierto por una resina especial que fosilizará la planta e impedirá que se transmita la enfermedad de la grafiosis a otros ejemplares que todavía existen en la villa. Los olmedales de Aras, con casi un centenar de ejemplares, eran famosos en la provincia por su frondosidad, como el que existía en la ermita de Santa Catalina a 1.300 metros de altitud, pero la grafiosis ha ido acabando con la mayoría de ellos y hoy no llegan a la decena los que permanecen con vida.

La retirada del olmo muerto será aprovechada por el consistorio areño para remodelar la plaza y facilitar el tráfico de vehículos, tal y como avanzaron en la asamblea popular del 14 de agosto de 2004 donde los vecinos decidieron, por unanimidad, retirar el árbol enfermo y sustituirlo por otro ejemplar sano cuya variedad estaba por determinar. Una vez acabadas las obras en la plaza se plantará un nuevo olmo. El equipo técnico de la Diputación, dirigido por Moyà, ha optado por esta variedad entre todas las opciones que los areños plantearon en dicha asamblea.

El olmo no sólo da nombre a esta población, que en el año 2000 cambió su nomencalatura para dejar de ser Aras de Alpuente y pasar a llamarse Aras de los Olmos, sino que alrededor de él se ha articulado la vida de diversas generaciones de areños: bailes, mercados ambulantes, conversaciones con los amigos, juegos, incluso alguna que otra pareja se ha forjado a la sombra de este centenario olmo que a partir de ahora quedará fosilizado como un monumento más de la localidad.