Laura Sena

Apenas era un bebé de meses que amamantaba su madre, cuando Manuel Guillem el gallo subió por primera vez a un carro, el medio de transporte que utilizaba su familia para trasladarse y para realizar su trabajo diario. Sesenta y tres años después, este vecino de Paterna continúa utilizando el carro para desplazarse por la ciudad y la comarca, con lo que se ha convertido en el último heredero en la zona de un estilo de vida y una generación que desapareció hace tiempo, cuando comenzaron a proliferar los vehículos a motor, los combustibles y las carreteras.

Manuel Guillem guarda uno de sus dos carros -el que por sus dimensiones más utiliza en la ciudad- en el antiguo casino modernista de la Plaza del Pueblo, a pocos metros de su casa, como antes hicieron su padre, su abuelo, su bisabuelo y su tatarabuelo. Su familia lo ha tenido siempre alquilado a los dueños, la familia Trénor. Y lo hace de la misma forma que cualquier vecino aparca su coche en la calle junto a su vivienda o en un garaje cercano. Pero hace unos días, Manolo el gallo recibió una noticia que puede hacerle cambiar sus hábitos para siempre: el ayuntamiento ultima la compra del casino a los Trénor para convertirlo en un centro social. De hecho, la Generalitat ha asignado al consistorio una escuela taller de un millón de euros para rehabilitarlo durante dos años.

"Me llamaron un día al ayuntamiento y cuando llegué, encontré alcalde con sus asesores, y a Trénor con sus abogados, y hasta un notario, todos con traje y chaqueta. Era una encerrona. No me avisaron antes del tema para que no pudiera ir yo con un abogado. Nunca me han gustado los trajes. Sólo traen problemas", narra Guillem. Tras el shock por la noticia, planteó comprar él una parte del casino y el ayuntamiento el resto. "No aceptan, dicen que es indivisible", lamenta. Por ello, exige que le mantengan las condiciones que ahora tiene como "derecho adquirido". Con todo, este agricultor afirma que "hasta que no me avisen por escrito, no me doy por aludido".

Los pagos anuales eran en reales

Los Guillem tienen un espacio alquilado en la planta baja del casino desde hace casi 100 años. Primero fue un contrato verbal cuyos pagos anuales "en reales" se recogían en pequeñas libretas, que conserva este vecino. Posteriormente se fueron haciendo recibos, igual que se fue actualizando el precio. "Quiero seguir guardando el carro aquí, como toda la vida. Cuando el casino funcionaba, yo también estaba", esgrime.

Manuel Guillem el gallo comenzó a trabajar con el carro a los 17 años como ayudante de su padre, que traía carbón vegetal desde Sinarcas y la Sierra de Espadán y lo vendía al detalle, o llevaba cargamentos de cebolla al puerto de Valencia para la exportación. Su abuelo había sido también carretero y llevaba pienso para el ganado a Pedralba y Bugarra.

Durante décadas, Guillem combinó su actividad en el campo con el reparto en el carro. "Transportaba escombros de las obras a los vertederos hasta que aparecieron los contenedores que se colocan en la calle; también he transportado y repartido otras cosas en otros tiempos", explica. Nunca ha querido sustituir sus carros por un coche o una furgoneta "por no hacer todo el papeleo que suponen estos vehículos y porque esto es más natural".

Cuando era niño, "en Paterna había unos 200 carros" pero en los años 60 "con la motorización" desaparecieron casi todos. Ahora queda alguno también en la ciudad aunque de uso agrícola, no como medio de transporte.

Ahora Guillem se dedica casi íntegramente a la agricultura. Tiene campos en Paterna y en Campanar, además de encargarse de otros de la familia. Hoy su carro es un medio para ganarse la vida y cuando se jubile, afirma que seguirá acudiendo a diario a la huerta "hasta el día que me muera".