­Según las pesquisas realizadas por los fiscales anticorrupción de Balears —Juan Carrau, Pedro Horrach y Miguel Ángel Subirán—, Iñaki Urdangarín, duque de Palma, casado con la infanta Cristina y uno de los miembros de la Familia Real, con una buena imagen hasta el momento, activó en 2003 su buque insignia de los negocios, el Instituto Nóos de Estudios Estratégicos de Patrocinio y Mecenazgo.

El Instituto Nóos fue creado en 1999 con apenas cien mil pesetas de capital social y sin que tuviera ánimo de lucro. Esta especie de ONG, nacida al calor del semillero de empresas de la universidad Esade, le sirvió al exbalonmanista olímpico de trampolín para organizar varios eventos en Valencia y Mallorca. El método siempre era el mismo: se buscaban ayudas públicas (de la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia o del Govern balear); se vertebraba el evento en torno al binomio deporte-turismo, deporte-ciudades o deporte-futuro, y se buscaban además anunciantes privados entre grandes compañías.

Pero la fiscalía Anticorrupción, el Grupo de Delitos Económicos de la Policía de Palma y el juez Castro quieren desvelar el truco del Instituto Nóos. La posible trampa era que no tenía ánimo de lucro, pero utilizaba un ramillete de sociedades, fundaciones y asociaciones para actuar como proveedores de los eventos y así conseguir suculentos beneficios. Nunca Urdangarín, su número 2 en Nóos y sus acólitos pensaron que los seminarios de aquellos años —adobados con el prestigio que da un miembro de la Familia Real, el apoyo de las administraciones y el perejil de algunos deportistas famosos— les iban a causar tantos problemas.

Urdangarín, desde el momento en que el juez dictó los 13 autos de entrada y registro en sociedades de su entorno, pasó de simple investigado a implicado. El auto judicial, que todavía guarda algunas sorpresas en su parte secreta, incrimina al yerno del Rey en varios presuntos delitos: Malversación de caudales, falsedades documentales y fraude al Govern. Además, el ministerio público ha solicitado a la Generalitat y a la Ciudad de las Artes y las Ciencias información sobre su relación con la entidad.

Posible imputación

El siguiente paso es la imputación. Ese grado llegará cuando, tras estudiar los últimos documentos incautados y tomar declaración a los más de quince implicados, el juez se decida a llamar a Urdangarín a declarar. Esto se producirá en el casos de que observe indicios de delito.

Probablemente, el penúltimo en comparecer será Jaume Matas, el expresident del Govern, que el viernes ya pidió apartar al juez Castro de ese caso. Si por Matas fuera, el instructor no debería tocar ni una de las 25 piezas separadas del Palma Arena.

Curiosamente, Nóos aseguró al juez instructor haberse enterado por este medio de comunicación de que se le buscaba. La policía andaba loca tratando de encontrar la sede del instituto, que el lunes fue registrada y que se encuentra en Barcelona. Iñaki Urdangarín, en un escueto comunicado, negó el viernes las irregularidades y defendió su honorabilidad.

El duque de Palma, aparece, a los ojos de los investigadores, como el presidente-líder de un círculo muy cerrado de asesores fiscales y expertos en marketing (Diego Torres, su esposa Ana María Tejeiro y sus cuñados Marcos y Miguel), que controlaban férreamente las finanzas del microcosmos del Instituto Nóos.

De momento, Torres, el único que está imputado formalmente, no ha traicionado a Urdangarín, al que dio clases en la prestigiosa escuela Esade de Barcelona. Torres insiste en que no hubo desvío de fondos públicos y en que el duque, aunque tomaba las decisiones, no se ocupaba del día a día ni de las cuentas del instituto. Eso sí, era la imagen de la entidad ante las instituciones. ¿Qué dirá finalmente Urdangarín cuando el juez levante el secreto del sumario?