Exigimos en todo momento igualdad social entre hombre y mujer, y por ello debemos denunciar cualquier discriminación malévola. La desigualdad degenera en violencia. Incluso existe un «Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer» que se fundamenta en el cruel asesinato las hermanas Mirabal (Patricia, Minerva y Teresa) por el dictador dominicano Trujillo. En estos días asistimos a la discriminación inaudita de una destacada mujer, continuamente marginada en el sentido más literal de dejarla al margen. Se la trata como un mero objeto decorativo sin capacidad de decisión ni actuación. Prácticamente se le está relegando a un humillante rincón, cual clásica mujer-florero de los tiempos antiguos.El «caso Urdangarín» discrimina a la Infanta Cristina hasta en su mismo enunciado. Por lo que hemos deducido hace unos cuantos años el exdeportista Iñaki Urdargarín se percató de que podía obtener unos importantes ingresos sin mucho esfuerzo. Fundó, entre otras empresas, una promotora «Aizoon» que compartía al cincuenta por ciento con su esposa, y puso la sede social en su propia casa, el Palacete de Pedralbes. Gracias a sus fundaciones «sin ánimo de lucro» ganó muchos millones, e incluso llegó a meter en el entramado a sus hijos. Estos niños, menores de edad, tienen una madre que creemos no ha renunciado a su patria potestad, por lo que debemos suponer que sabía lo que se estaba haciendo con los pequeños.

La gran sorpresa de todo este proceso judicial es que la infanta está al margen de todo, como si no supiera nada o como si su colaboración no hubiera sido necesaria para la comisión de los presuntos delitos. Los jueces llaman a declarar al marido como imputado, pero a la esposa no la convocan ni como testigo. ¿Cómo es posible esta discriminación tan fragante en pleno siglo XXI? Lo mejor del caso Marbella era cuando la exesposa de Julián Muñoz, despechada por los nuevos amores de su antiguo marido, explicaba pormenorizadamente cómo llegaba el implicado con bolsas de basura llenas de billetes a casa. La intimidad conyugal proporciona informaciones irreemplazables, y en este caso se está apartando de todo el guisado a la infanta, como si no tuviera nada que ver. Habrá que recordar la famosa frase real del mensaje de fin de año, la Justicia es igual para todos.

Completando este comentario sobre discriminaciones, nada mejor que recordarle a Antonio Vergara lo que ya le apuntamos el año pasado. En su «Anuario» de cocina valenciana toca casi todos los establecimientos gastronómicos, pero se deja fuera las ahora proliferantes casas de «comida para llevar». Si «Al Paladar» en Benimaclet es un símbolo hemos descubierto un par en una misma calle de Russafa, Pedro Tercero el Grande. De un lado «La Brasería» comandada por el creativo Niccolo Serva y su novia María. Este italiano prepara unas pastas originales que no tienen nada que ver con las que se dispensan en otros lugares, donde abusan del tomate de bote. Enfrente han puesto la pizzería «Pink Flamingo», que elabora pizzas «a la francesa» donde igual mete algas que lomos de pato. Han sido atrevidos hasta en el nombre, pues recordemos que la película de idéntico título se hizo famosa con su escena final, cuando la travesti Divina ve defecando a un perro en la calle y acude rauda a engullirse el zurullo. Aquella ocurrencia de Waters fue el mejor homenaje contra la discriminación animal.