La mediterraneidad ha comportado como algo intrínseco a nuestra antropología lo mistérico. El 8 de septiembre, día litúrgico en torno a la Natividad de María, los pueblos de Algemesí, Sueca, Oliva, Utiel, Torres-Torres, Agres, L'Alcudia, Alaquàs, L´Olleria, Puçol, Xirivella, Chiva, Llosa de Ranes, Corbera, Alfafar y Benaguasil celebran solemnes y populares fiestas en honor de sus respectivas Vírgenes Patronas.

Nuestra cultura mediterránea nos lleva a llamarle a María no Virgen, como en Castilla u otras partes de la Península, sino Madre de Dios (theotokos) a la manera griega, que en valenciano es Mare de Déu, más íntimo, tierno y entrañable, como corresponde a la manera de ser de los valencianos.

Todas ellas pertenecen a la serie de conocida por los expertos en iconografía religiosa mariana como "marededéus trobades". Todas fueron halladas de manera "milagrosa" en campos o parajes singulares de los respectivos pueblos, generalmente por labradores o pastores. No están todas las imágenes marianas valencianas halladas en esta lista, pues otras ya tienen su jornada festiva señalada aparte.

No son Vírgenes "aparecidas", sino descubiertas. En origen casi todas ellas son románicas, veneradas por las primeras comunidades cristianas. Imágenes de la Virgen sentada, con el Niño Jesús sobre las rodillas, a veces tomando el pecho la criatura. Denotan donde son veneradas que allí hubo muy tempranamente una comunidad cristiana, indicador también de presencia de comunidad humana, pueblos antiquísimos.

Cuando la dominación islámica, las comunidades cristianas, temerosas de las persecuciones y agresiones musulmanas a su credo, templos, imágenes y objetos de culto, escondieron lo que más estimaban. La devoción a la Virgen comenzó en la Iglesia desde el Concilio de Nicea, año 325. Era representada sentada y en su regazo el Niño Jesús, bajo la advocación lauretana de Trono de la Sabiduría.

Ocultadas las imágenes en plena hegemonía musulmana y coránica, tras la Reconquista por Jaime I, comenzaron a "aparecer" las imágenes de la Virgen, bien porque se conservara una cierta memoria o tradición oral donde fueron escondidas, bien por casualidad. Los hallazgos, en una sociedad teocéntrica como la medieval, fueron rodeados de hermosos, piadosos y legendarios relatos, con pinceladas mistéricas.

Los Gozos que en la actualidad se les canta, así como la tradición oral tan importante en el devenir de los hechos, perpetúan estas candorosas historias, que, en bastantes casos han coincidido con las pruebas científicas practicadas a las imágenes históricas.

He tenido la oportunidad de conocer de cerca las pruebas resultantes del "escaneado" de las imágenes en servicios especializados de hospitales y en talleres de restauración y se ha visto allí indicios de la historicidad de las mismas, coincidentes o muy próximos a lo que los relatos transmitidos de generación en generación han llegado hasta nuestros días.

Son estos días fiestas religiosas, de profunda emotividad, a la par que señas de identidad de un pueblo, que analizadas desde distintas vertientes nos hablan de lo que han sido y siguen siendo sus moradores.