­Este pasado domingo 2 de septiembre, el periódico «The New York Times» recordaba en su sección de efemérides que ese día de hace 75 años un submarino no identificado torpedeaba y hundía al petrolero británico «Woodford». La historia, caprichosa como siempre, ha resucitado este pecio olvidado a 80 metros de profundidad en aguas de Castelló después de que Salvamento Marítimo iniciara ayer las operaciones para extraer el combustible que el buque cisterna transportaba a Valencia, entonces capital de la República.

A las 6,45 horas de la madrugada del jueves 2 septiembre el «Woodford» fue herido de muerte al norte de las Columbretes por dos torpedos disparados por «un submarino pirata: sin nombre, número, ni bandera», según relató el oficial de guardia del navío cisterna, Michael Elertis, a la revista «Crónica».

El encubierto corsario era el «Diaspro», uno de los varios sumergibles de la Regia Marina italiana que Benito Mussolini había puesto al servicio de Franco para cortar todas las vías de suministro marítimo a la República.

El Mercantil Valenciano, al día siguiente del hundimiento, informaba de la agresión contra el «Woodford» con el titular «Otro ataque de piratería de los facciosos» y la atribuía, sin medias tintas, a «un submarino italiano al servicio de los rebeldes».

La cabecera histórica de Levante-EMV cuenta que el barco de bandera británica transportaba desde Rumania a Valencia 10.000 toneladas de hidrocarburos, «3.200 de gasóleo y, el resto, de fuel». El navío de 6.987 toneladas, que acababa de ser adquirido por la compañía inglesa Finchley Steamship Co., había sido construido en los astilleros de Londres en 1916.

Hasta entonces había operado bajo bandera griega con el nombre de «Yorcos», de ahí que la práctica totalidad de sus 32 tripulantes fueran helenos, salvo el cocinero,que era rumano, y el telegrafista húngaro.

«Crónica» relata la odisea del «Woodford» en un reportaje titulado «Sangre y fuego en el Mediterráneo» en el que recoge el testimonio de los 31 náufragos rescatados por pescadores de Benicarló.

Una víctima mortal

El cuerpo de la única víctima mortal, el segundo maquinista, Meletius Sofras, quedó «horrorosamente despedazado en medio del derruido puente» después de que los dos torpedos del «Diaspro» impactaran en los tanques cinco y ocho del «Woodford», convirtiéndolo en «una montaña de fuego sobre el mar».

El submarino italiano no se echó atrás al ver que su presa izaba la «Union Jack», la bandera del Reino Unido, en el mástil de popa y en el palo más alto. Tampoco tembló cuando el oficial del Control Británico de No Intervención que viajaba a bordo, Walter Percy, ordenó ondear la enseña que garantizaba que el buque no transportaba armamento. Todo fue en vano.

El capitán del «Woodford», Gregorios Dimitriu, contó que sobre las 6,30 horas de la mañana el vigía alertó de que había divisado «ballenas a Levante». Extrañado por el acontecimiento, el oficial de guardia, Michael Elertis, se ajustó los prismáticos y vio que el cetáceo en realidad era «un submarino pirata». Seis marineros resultaron heridos, tres de ellos de gravedad.

La tripulación, que pudo arriar a tiempo los dos botes salvavidas, logró escapar del barco en llamas. Tras dos horas remando sin rumbo, fueron rescatados por dos lanchas pesqueras de Benicarló, «que abandonaron las redes para socorrer a los náufragos».

El «Diaspro», una «perla» de Mussolini

El «Diaspro» es uno de los 10 submarinos de la clase «Perla» que la Regia Marina puso en servicio entre mayo y agosto de 1936. Todos llevan nombre de gema „ «Diaspro» es jaspe en castellano„ en clara alusión a que eran las joyas de la Armada italiana. Mussolini los puso a disposición de la causa franquista, bien como sumergibles fantasma como el «Diaspro», o incluso a través de una «venta» con tripulación incluida, como fue el caso del «Iride» y el «Onice», que combatieron contra la República como «González López» y «Aguilar Tablada». Tras la Guerra Civil, recuperaron su nombre y su bandera italiana. Cuando el «Diaspro» hirió de muerte al «Woodford» estaba bajo el mando del capitán de corbeta Giuseppe Mellina. Era su segundo ataque contra un buque al servicio de la República. En el primero, al norte de Cabo Bon (Túnez), falló en su acoso a dos mercantes. Tras torpedear al petrolero, que tardó tres horas en hundirse, se marchó sin socorrer a los heridos como un auténtico pirata. R. m. valencia