La primera y efímera República española había quedado atrás dos décadas antes y un siglo de desamortizaciones tocaba a su fin cuando España se acercaba al siglo XIX. Cuentan que, en aquellos días, los sacerdotes vivían con recursos muy escasos y sufrían grandes dificultades.

El entonces arzobispo de Valencia, Ciriaco María Sancha y Hervás, quiso remediarlo y creó en 1897 el Montepío del Clero Valentino de Previsión Social. «Fue una tabla de salvación para muchas economías de sacerdotes», asegura Carlos García Nieto, biógrafo del cardenal Sancha. Aquel invento de solidaridad gremial todavía pervive y ha quedado como el único montepío del clero que queda en funcionamiento en las diócesis españolas. Su función sigue intacta: «La atención espiritual y económica de los sacerdotes ancianos o enfermos en la diócesis de Valencia».

Sus formas, sin embargo, han cambiado para adaptarse a los nuevos tiempos. Hoy, la mutua de los sacerdotes la componen más de 600 curas, en torno al 90 % de los presbíteros en activo y jubilados que tiene la diócesis. «No es obligatorio formar parte del Montepío; sólo está quien quiere», advierte José Verdeguer, secretario de esta institución civil con reconocimiento canónico. Cada miembro contribuye con diez euros al mes como cuota fija. Ésos son los ingresos. Aparte está la rentabilidad que genera el patrimonio acaudalado durante los últimos 116 años. Su patrimonio actual el montepío del clero tiene inmuebles y recibe herencias de sacerdotes está valorado en 1,7 millones de euros.

No obstante, la misión del montepío no es generar dinero, sino socorrer a sus cotizantes. Ellos, por ejemplo, no entienden de copago farmacéutico. Tras implantarse la polémica medida, el montepío reaccionó y aprobó cubrir el 100% de la cantidad que le corresponde abonar al sacerdote a la hora de comprar los medicamentos. Los curas también reciben una ayuda importante (del 35 % como norma general) en la compra de prótesis no cubiertas por la Seguridad Social. También perciben ayudas para las operaciones y los tratamientos que escapan a los servicios de la sanidad pública. En algún momento, incluso se han planteado la posibilidad de gestionar planes de pensiones. «Pero es un campo muy complejo y lo hemos declinado», explica Verdeguer.

Ayer, el montepío celebró su asamblea anual. Aprobaron las cuentas y renovaron la junta rectora: de sus ocho miembros, cuatro repiten, entre ellos el secretario Verdeguer y el presidente Vicente Gil, quien se prevé que repita en el cargo de esta institución centenaria que actúa de ángel de la guarda material de los sacerdotes.