En 2006, un incendio en la sierra Calderona que afectó a varias urbanizaciones llevó a los Servicios de Extinción y Prevención de Incendios Forestales a hablar abiertamente de la necesidad de atender a «la interfaz urbano-forestal», un tecnicismo que esconde el peligro de estas áreas de frontera entre lo urbano y lo forestal.

La ocupación del territorio que se da en la Comunitat Valenciana se parece cada vez más a la de California, donde se repiten los pavorosos incendios que destruyen casas y vidas.

Una urbanización es un lugar donde resulta prácticamente imposible trabajar en la extinción y donde el fuego se mueve a velocidad de vértigo a través de las copas de los árboles. No hay zonas seguras, ni planes de evacuación ni los vecinos tienen la formación adecuada. Una ratonera que predispone a la tragedia.

La prevención de los incendios forestales actual no integra los espacios agrícolas y urbanos colindantes con los terrenos forestales. Lo dice en sus conclusiones el Comité de Expertos convocado por la Generalitat a raíz de los incendios de 2012. Y añade: «En la Comunitat Valenciana muy pocos ayuntamientos cuentan con planes de actuación municipal y ninguno dispone de planes de autoprotección para las zonas de interfaz urbano forestal».

«Es necesario elaborar una legislación añaden que obligue a los entornos habitados a mantener unas condiciones mínimas de seguridad que permita el confinamiento de la población en zonas libres de riesgo». En Calicanto, normas y planes ya llegan tarde.