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Entrevista | David Marrades

"Los CIE son el síntoma de una sociedad enferma"

"Vallas y concertinas son el producto de políticas erráticas y las consecuencias serán funestas"

"Los CIE son el síntoma de una sociedad enferma"

David Marrades Escribá (Valencia, 1978), ha dedicado dos años de su vida a investigar la realidad que se esconde tras los muros de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE). El resultado de su trabajo es el documental «23 30: una historia cautiva», presentado la pasada primavera y que ya se ha hecho un hueco en distintos festivales nacionales e internacionales. Recientemente ha ganado la mención especial del jurado del último festival Artículo 31 de Médicos del Mundo. Un viaje estremecedor -una «pérdida de la inocencia», asegura-, al lado oscuro de la lucha contra la inmigración ilegal. El realizador valenciano reflexiona en esta entrevista sobre el intento de fuga de la semana pasada en el CIE de Zapadores.

¿Te ha sorprendido el intento de fuga en el CIE de Zapadores?

Me ha sorprendido a medias. No es la primera vez que algunos de los internos tratan de escapar y en mi opinión no es el suceso más grave. El CIE de Valencia tiene quejas y algunas denuncias por el trato dado a los internos. Además, en otros centros de España se han producido denuncias de abusos sexuales e incluso suicidios y muertes por negligencia médica. Desconozco las causas del motín pero yo veo este intento de fuga como un toque más de atención de los internos sobre su situación de desesperación.

¿Qué es lo primero que te vino a la mente cuando te enteraste de este intento de fuga?

No pude evitar hacer una relación mental inmediata con la realidad que estamos viviendo con la actual crisis humanitaria en Europa con los refugiados. Estamos viendo escenas de desesperación. Ya sea quemar colchones en un CIE o cruzar el mar en pateras, de lo que hablamos al final es de desesperación. Tal vez lo que ha sucedido sirva para iniciar una reflexión seria sobre la existencia de los CIE.

¿Cuál es la razón de ser de los CIE?

Estos centros existen desde 1985 y representan la manera en la que Europa actúa contra la inmigración irregular procedente del Sahel, Asia o América. Las vallas fronterizas, las concertinas y los CIE son un todo, elementos disuasorios que fomentan el miedo y amedrentan a los inmigrantes. Como herramientas represivas pueden tener su lógica para los gobiernos pero cabría preguntarse si somos capaces de empatizar con la desesperación de aquellos que huyen de sus países y si estas medidas son realmente eficaces. Desde un punto de vista moral son el síntoma de una sociedad enferma que trata a una parte de sus iguales como potenciales delincuentes y además, en el caso concreto de los CIE, tienen un encaje legal dudoso que incumple artículos de la Constitución como el 17.3, que prohíbe la privación de libertad directa o indirectamente por un expediente administrativo. Sin embargo, se buscan recovecos legales para justificarlos.

¿Cómo se entra en un CIE?

En un CIE se entra de muchas maneras, en el documental se muestra una circular de la policía en la que se daban órdenes de hacer redadas de perfil racial donde se instaba a detener personas de una determinada nacionalidad. Otra manera son las personas que pasan en un primer momento por centros de estancia temporal (CETI) y luego son trasladados a un CIE, pero la razón principal es no tener los papeles en regla, una sanción administrativa que en el caso de los inmigrantes permite privarlos de su libertad en unos centros muy opacos.

En tu documental narras varias historias desgarradoras, familias separadas por deportaciones previo paso por un CIE?

¿Qué sentido tiene romper así la vida de tantas personas? Todas las historias me han marcado, especialmente la de Austin Johnson y su mujer, Peggy. Austin fue detenido yendo a trabajar por no llevar los papeles. Llevaba ocho años trabajando legalmente en España, y se había quedado sin cobertura legal, aunque tenía una vida totalmente normalizada en Torrent. Fue internado en un CIE y expulsado a Nigeria ocho días antes de que ella diera a luz, sin tiempo para recurrir la deportación. Se trata de un caso, además, en el que se denunciaron numerosas irregularidades, ya que no estaba presente el fiscal que tenía que valorar si era procedente el internamiento y no se admitieron las pruebas de los abogados. Además, durante el vuelo fue golpeado por los agentes y fue hospitalizado en Lagos. Cuando yo entrevisté a Peggy, casi dos años después, Austin aún no había conocido a su hija.

Desde el ayuntamiento y la Generalitat se ha pedido una comisión de investigación para esclarecer lo ocurrido?

Es un avance porque hasta no mucho políticos e instituciones han mirado hacia otro lado. Sin duda habrá versiones contradictorias. El problema es que una de las principales características de los CIE es su completa opacidad. Durante los dos años que pasé investigando nunca pude acceder al interior de estos centros. De todos modos, no debemos perder de vista que, más allá de quedarnos con imágenes icónicas, la propia existencia de estos centros es una aberración. El hecho de tener a gente encerrada en condiciones terribles por incurrir en una falta administrativa, como es no tener papeles, es un naufragio moral de nuestra sociedad. Es muy de agradecer la labor de denuncia que durante años han hecho activistas y jueces de vigilancia.

A raíz de los recientes incidentes en el CIE de Zapadores se ha abierto un debate sobre estos centros?

Es importante que suceda aunque veo lejos su cierre porque es una política impuesta desde Europa, a mi entender muy errónea.

¿Por qué razón?

Porque supone un fracaso rotundo a la hora de abordar la convivencia. Vallas, concertinas, CIE?algo se está haciendo mal si debemos recurrir a estos métodos. Son el producto de políticas erráticas y si seguimos así las consecuencias serán funestas. Veo la crisis de los refugiados y observo que nos están llegando las consecuencias de las políticas de Occidente en los países de origen, como el apoyo a dictadores y regímenes corruptos, o el pasotismo hacia dramas bélicos y nuestra respuesta es ser gendarmes chapuceros. Si seguimos generando injusticia, tendremos más desesperación e injusticia.

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