No hubo armisticio. La ejecutiva del Bloc se cobró ayer cinco nuevas dimisiones. Van siete y el goteo de renuncias no habría acabado. La fractura se evidenció con algunas ausencias (asistieron 16 de 23, dos ya habían dimitido) y entre los que acudieron. Sólo hay consenso en tres cuestiones: que la dirección está amortizada, que es necesario «recoger la voluntad de la militancia de abordar el funcionamiento de Compromís» y el papel del Bloc y que el partido tiene problemas.

Las tres horas de debate en la dirección no fructificaron. Los críticos reclamaban que se asumieran responsabilidades ante lo que entienden que ha sido un «fraude» a los afiliados al pactar solo con Podemos cuando en ninguna de las dos consultas se votó ese acuerdo electoral. Morera y sus partidarios recordaron que el acuerdo fue avalado por el Consell Nacional en consulta telemática por 76 votos a 66. El secretario general no pudo evitar la dimisión de Josep Melero, Eva Sanchis, Mònica Àlvaro, Oscar Peris o Teresa Garcia. Los críticos solicitaron la renuncia en bloque de la ejecutiva, su conversión en gestora y la convocatoria de congreso extraordinario. El núcleo de la dirección rechazó ese planteamiento al defender que obligaría a reunir al consell nacional el 28 de noviembre en plena precampaña y propuso que sea la ejecutiva del 21 de diciembre, la que abra el proceso congresual. Doce votos le bastaron a Morera para imponer su mayoría. El congreso será ordinario y se celebrará en principio en mayo. Como avanzó Levante-EMV, el anuncio de dimisión conjunta se preparó para el viernes si el líder del partido no convocaba la ejecutiva. En la reunión de la dirección, se precipitaron en parte los acontecimientos, aunque los críticos barajan un acto para anunciar mañana públicamente las dimisiones.

Renuncia «simbólica» de Sebastià

A las dimisiones de Consol Castillo y Jordi Juan en el Bloc, ayer se sumó la del eurodiputado Jordi Sebastià en la ejecutiva de Compromís. Una renuncia «simbólica», así la etiquetó él, dado que pertenecía a la dirección con voz pero sin voto en su condición de europarlamentario.