La Confederación Hidrográfica del Júcar autorizará todas las intervenciones para la corta o eliminación de cañas en cauces «siempre que tengan garantizado su mantenimiento», según explicó el Comisario de Aguas, Javier Ferrer Polo, tras reunirse con la directora general de Prevención de Incendios Delia Álvarez.

El espectacular desarrollo de la especia invasora «Arundo donax» en los cauces de la Comunitat Valenciana se ha convertido en un problema de primer orden, tanto por su elevado consumo de agua, su capacidad para obstruir los cauces en caso de avenida y su carácter inflamable y propagador de las llamas.

En el incendio de Cortes de Pallás, la llamas rebasaron las líneas de defensa a través de pequeños cauces llenos de cañas y en el reciente siniestro de Bolbaite, aunque provocado, los cañaverales fueron protagonistas del inicio y la rápida propagación de las llamas.

Muchos alcaldes se quejan de que la CHJ «ni actúa ni les deja actuar», en alusión a los permisos previos de corta que tiene que conceder este organismo y hasta el presidente de la Generalitat , Ximo Puig, hacía de portavoz de esta queja reclamando «autorizaciones para mejorar la situación de los barrancos».

Según Javier Ferrer, las autorizaciones se están concediendo en el plazo de seis meses que marca la normativa, a excepción de las que afectan a parques naturales, «en cuyo caso consultamos con la Conselleria de Medio Ambiente».

La CHJ podría -aseguró Ferrer-movilizar algún presupuesto para intervenir en los cañares aunque la inversión para los 50.000 kilómetros de cauce que supervisa sería ingente.

El Comisario de Aguas, tras reunirse con Delia Álvarez, coincide en que es necesaria una intervención «planificada» que tenga en cuenta el día después de la corta. «Si se corta, se quema bajo control o se intenta extraer el rizoma, al año siguiente el cañar se reproduce en una superficie incluso superior a la que existía previas a la intervención», expone. Medio Ambiente ha experimentado diversas técnicas que van desde las mantas de sombreo al uso del glifosato, aunque si posteriormente no se interviene recuperando la vegetación propia de ribera, incluidos los árboles, la caña vuelve a rebrotar una y otra vez. Un bosque de ribera proyecta sombras sobre el cañar que dificultan su crecimiento.