«Si pueden bailar juntos, pueden vivir juntos». Esta es la frase que más repiten Wilfried Van Poppel y Amaya Lubeigt. Esta pareja de bailarines y coreógrafos residente en Bremen (Alemania), el holandés y ella vasca, llevan más de una década recorriendo colegios e institutos no sólo de Europa sino también de Nigeria y Palestina, con su propuesta Five days to dance. Cinco días para bailar que, por segunda vez este año, desarrollan en el Juan Comenius del barrio de Marxalenes, el colegio concertado laico más grande de Valencia con su millar y medio de alumnos.

Se trata de una experiencia de danza-teatro en la que se frenan en seco las clases de lunes a viernes, «sin deberes, ni exámenes» apunta Amaya, para que los alumnos se sumerjan en «un proyecto creativo conjunto de construir una coreografía que el último día representan en público».

En five days to dance 80 jóvenes de los tres grupos de 3º de ESO de esta cooperativa de enseñanza llevan desde el lunes, de las 8.15 de la mañana hasta las 14 horas, preparando una coreografía conjunta que bajo el título Voyage (viaje) aborda la problemática de la emigración. Una obra que representarán mañana viernes (19.00 h.) en el Teatro Tívoli de Burjassot.

«Tirar la vergüenza a la basura»

Wilfried destaca que este proyecto cultural y artístico ayuda a los jóvenes a «tirar la vergüenza a la basura y comenzar a expresarse con el cuerpo, que es lo único que tenemos en la vida». «Atreverse a hacer cosas nuevas y vivir una experiencia artística es una aventura muy bonita, porque entre todos estamos creando», explica Amaya.

El suspender las clases para que los alumnos se pongan a bailar puede resultar chocante, «sobre todo a los padres», dice el director de Secundaria del Comenius, Paco Martí. Pero, los docentes de este centro aseguran que vale la pena después de la experiencia que vivieron el curso pasado en mayo con los alumnos de 4º de ESO.

«No estás quitando clases, estás ofreciendo una vivencia a los alumnos», sostiene Amaya. Una afirmación que comparte Martí: «No hay que verlo como una pérdida de horas, pues se gana en todo, especialmente en convivencia».

En Five days to dance, explica Martí, «se trabajan las emociones, las habilidades sociales, la expresión a través del cuerpo y el autoconcepto o la visión que tiene cada alumno de si mismo». «Esta es una experiencia -prosigue- que beneficia el ambiente en el aula al mejorar la dinámica de grupo y ganar los alumnos en emociones, lo que influye directamente en la convivencia del centro y es clave para prevenir el acoso escolar».

Julia Huedo, la orientadora del Comenius, califica de «maravillosa» esta experiencia «porque sube la autoestima de los alumnos, ya que los que tienen alguna dificultad académica pueden brillar bailando, y el contacto y la relación entre ellos que surge durante la experiencia mejora mucho las relaciones».