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Víctor Sahuquillo, de hombre de confianza a lastre para el presidente

Víctor Sahuquillo, de hombre de confianza a lastre para el presidente

Unos gastos cargados al erario público poco compatibles con los tiempos de obligada ejemplaridad han acabado por enturbiar definitivamente el enrarecido ambiente en la Diputación de Valencia.

La polémica generada por varios recibos de bebidas alcohólicas en comidas de empresa y un coche oficial a ratos público y en ocasiones privado han puesto en el disparadero al gerente de la sociedad pública Divalterra por la cuota socialista, Víctor Sahuquillo.

La polvareda amenaza con provocar un problema político al propio presidente de la diputación, Jorge Rodríguez, quien acogió a Sahuquillo como hombre de confianza a su llegada al Palau de la Batlia y que está dispuesto a mantenerlo en su puesto pese a que podría lastrar sus futuras aspiraciones políticas. De momento, Rodríguez se conformará con que Sahuquillo devuelva el dinero y se explique.

La controversia en la empresa maldita desde los tiempos en que se llamó Imelsa y el yonki del dinero campó a sus anchas ha destapado también las tensiones internas entre los dos cogerentes, uno nombrado por el PSPV y otro por Compromís por aquello del mestizaje, pero que llevan meses sin dirigirse la palabra. Incluso hay quien ve un complot de un socio contra otro. Pero la afinidad política y personal de Rodríguez y Sahuquillo labrada en los años en que ambos compartieron ejecutiva socialista con Jorge Alarte al frente ha pesado más. «Lo aguantará hasta que pueda», coincidían ayer varias fuentes socialistas.

Sahuquillo emergió en el socialismo de l'Horta en los tiempos de dominio comarcal de Ciprià Císcar, que le encontró hueco en la secretaría de organización federal del PSOE que dirigió entre 1994 y 2000. Sahuquillo recaló después en el Ayuntamiento de Alfafar hasta su incorporación al equipo de Alarte, de quien fue escudero principal y diputado autonómico hasta 2015.

Con la victoria de Ximo Puig sobre el exalcalde de Alaquàs, Sahuquillo, como también Rodríguez, transitaron del alartismo al lermismo. El cogerente de Divalterra sigue siendo responsable de Acción Electoral del PSPV, aunque desde que aterrizó a principios de año en la empresa pública llamado por el presidente tras la defenestración de José Ramón Tíller ya no ha vuelto por Blanqueries.

Ahora formaría junto a Rodríguez o el alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, una especie de contrapoder dentro del PSPV.

Mientras la lideresa de Compromís y vicepresidenta, Mónica Oltra, ya ha marcado el camino a Sahuquillo al asegurar que el Pacte del Botànic incorpora un código ético que va más allá de la ley, en el PP están convencidos de que la caída del cogerente arrastrará también a Rodríguez. Para la portavoz, Carmen Contelles, resulta evidente que Rodríguez tiene dos varas de medir y consiente a Sahuquillo conductas impropias y una trayectoria al frente de Divalterra plagada de irregularidades «como reflejan la auditoría externa y el auditor interno», asegura la portavoz. «¿Qué más tiene que suceder para que lo aparte?», se pregunta Contelles.

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