Lleva 7 meses con un una rodilla hinchada, vendada, en alto y con fuertes dolores, pero su cuerpo no tolera los fármacos que reducen los síntomas de la inflamación, el dolor y la fiebre (grupo de antiinflamatorios no esteroideos, denominados AINE); ni las quinolonas (una familia de antibióticos); ni el tramadol (un analgésico que reduce el dolor severo); ni la codeína (un medicamento derivado del opio que se utiliza para el tratamiento del dolor) y tiene alergia a la Azitromicina (antibiótico).
La Unidad de Alergología del Hospital Universitari La Fe le señala como prohibidos centenares de medicamentos, además de proporcionarle una lista parcial con algunos ejemplos para que la lleve siempre encima. Lo único que acepta su cuerpo para paliar el dolor es el paracetamol de un gramo. Y sin abusar.
Así, en esta situación lleva desde febrero, cuando sufrió un accidente en la nieve. Se llama Concepción Panadero, tiene 57 años y está desesperada. Ahora espera la última fase (el preoperatorio) para que le realicen una artroscopia. El Hospital General la incluyó en la lista de espera el 30 de junio y ella denuncia el trato recibido. Porque el suyo no es un caso cualquiera. Porque ella no es una paciente al uso. Porque lleva 7 meses con dolores que palia a base de paracetamol de vez en cuando porque su cuerpo no tolera otra cosa. Porque ha pedido, por activa y por pasiva, que le adelanten una operación ante la imposibilidad de que el dolor desaparezca.
Concepción disfrutaba de la nieve con sus nietos cuando frenó el trineo con los pies y se destrozó la rodilla izquierda. Desde entonces lleva un periplo por urgencias de dos hospitales (La Fe y el Hospital General), le han sacado líquido de la rodilla en cinco ocasiones y le han realizado tres infiltraciones.
Desde la Conselleria de Sanidad aseguran que la han atendido desde el primer día, que ha pasado «en 14 ocasiones por consultas de cirugía ortopédica y de traumatología, pero también de rehabilitación y de alergias» y lamentan «las molestias que pueda haber sufrido la paciente mientras se ha seguido el protocolo y se le han aplicado los tratamientos previstos para cada momento. Ahora ya está a las puertas de las pruebas de anestesia y sabedores de los problemas de las listas de espera hemos abierto los quirófanos por las tardes y ahora, también los sábados».
Desde febrero
Sin embargo, Concepción tiene una versión bien diferente de lo ocurrido. «A mí me dices ¿qué tienes en la rodilla? ¿Cuál es tu diagnóstico? Y ni lo sé. En cada informe pone una cosa. Primero un quiste de Backer, y me mandaron a casa con la pierna vendada y hielo. Luego se reventó y tuve derrame articular, presencia de líquido... También me mandaron a rehabilitación y el médico me devolvió para casa porque dijo que eso era una barbaridad que no podía hacer rehabilitación alguna, varios de los médicos que me han atendido me han dicho que lo mío solo se soluciona con una prótesis...» explica la paciente, y concluye: «En fin, yo no le deseo esto ni a mi peor enemigo. No se trata de esperar, que también... se trata de esperar con un dolor insoportable, que no me deja dormir y me quita las ganas de vivir».
