Septiembre de 2017 siempre será recordado, por desgracia, como un mes negro para la Policía Nacional de València y más concretamente para el grupo de Homicidios, que perdió a uno de sus mayores baluartes -tanto como persona como profesional- a manos de uno de esos asesinos a los que tienen que hacer frente día tras día. El subinspector Blas Gámez Ortiz, «todo un ejemplo como policía y como persona, por su compañerismo y humildad», en palabras del delegado del Gobierno en la Comunitat, Juan Carlos Moragues, dio su vida en el desempeño de proteger a los ciudadanos y de dar luz a aquellos que han perdido a un ser querido arrebatado de este mundo antes de hora por unas manos homicidas.

Es el sino de este equipo de profesionales que deben enfrentarse a diario con el lado más oscuro del ser humano. Para reconocer la labor de este equipo, en el que «todos son una piña», y recordar la figura de este compañero caído, Levante-EMV hizo entrega esta semana del premio «Portada del mes» de septiembre, que mensualmente otorga a aquellas personalidades y entidades valencianas que se han distinguido por su positiva aportación.

«Los días pasan muy rápido, por eso queríamos volver atrás para reconocer con letras de oro el trabajo del grupo de Homicidios de la Policía Nacional y la desgraciada pérdida del subinspector Blas Gámez», indicó el director de Levante-EMV, Julio Monreal. «Te hacemos entrega de esta portada con todo nuestro cariño y para honrar el recuerdo de Blas, todos le lloramos y le recordaremos», señaló Monreal al dar el premio a la jefa de Homicidios, Esther Maldonado, y a la viuda del subinspector, María Jesús Sáez.

«Desgraciadamente tiene que pasar algo así para que se reconozca el trabajo que hacen, las muchas horas que le dedican y el entusiasmo que le ponen», lamentó María Jesús, quien no pudo contener la emoción al recordar a su marido. A su vez se mostró agradecida por todos los reconocimientos que está recibiendo a título póstumo, entre ellos la medalla de oro al mérito policial, pero que «no compensan ni en una mínima parte su pérdida», como así señaló el delegado del Gobierno en la Comunitat, quien quiso arropar con su presencia al grupo de Homicidios en el acto de recogida del premio.

El jefe superior y otros mandos de la Jefatura Superior de Policía de València excusaron su presencia. «Son un grupo de 10, de 200, que por encima de lo exigible, y en circunstancias difíciles y complejas, con vocación al servicio público, demuestran cada día su compromiso anteponiendo la seguridad de las personas a la suya propia», remarcó Moragues.

24 horas, siete días a la semana

Una llamada del juzgado al comienzo del desayuno pone de relieve las similitudes entre los investigadores de Homicidios y los periodistas, ambos ligados a la actualidad, y a expensas de que en cualquier momento la jornada cambie por completo y se alargue hasta la madrugada. De hecho, como así comentaron varios miembros del grupo, se da la coincidencia de que los últimos homicidios se habían producido todos en fin de semana y muchos de ellos por la noche. Esto genera que la conciliación familiar sea complicada, reconocen. «No sabemos cuándo te van a llamar, estamos las 24 horas los siete días a la semana».

Pero aunque la dedicación sea total y el nivel de compromiso máximo, llevándose muchos días los dolores de cabeza a casa para tratar de dar respuesta a esa incógnita que podría resolver el rompecabezas criminal, ninguno de los ocho integrantes que forman el grupo quiere marcharse a otros destinos e incluso, cuando ascienden, solicitan su regreso.

Buena parte de «culpa» la tiene la unión que hay entre ellos y el liderazgo de Esther Maldonado, jefa del grupo de Homicidios desde el año 2008, como así señaló Antonio Castaño, inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de València. «Aquí tocamos todos los palos de la investigación policial, y eso es lo bonito. Nosotros tenemos el resultado, el fallecido, y debemos rebobinar hacia atrás para saber las causas», explicó Maldonado, en referencia a que pueden abordar casos tanto de crimen organizado, «que afortunadamente no son muchos», como asesinatos en el ámbito doméstico, y con móviles de toda índole; sexuales, económicos ...

Aunque en las últimas décadas los avances tecnológicos y científicos han supuesto nuevos retos y posibilidades para la investigación policial, Maldonado asegura que en realidad su trabajo no ha cambiado tanto. «En otros grupos, como científica, sí que tienen más herramientas, pero en nuestra especialidad, salvo algunos medios tecnológicos como las intervenciones telefónicas, seguimos utilizando el método tradicional de hablar con la gente, recabar información y ahondar en las hipótesis», explicó la jefa del grupo. Por ejemplo, los métodos de extracción de ADN, que constituyen una prueba de cargo vital de cara al juicio, apenas son útiles al comienzo de las pesquisas, ya las bases de datos solo contienen el uno por ciento de los perfiles genéticos de toda la población. «Nuestro trabajo sigue siendo más parecido al de Colombo que al de series como CSI», reconoció Maldonado.

La redactora jefa de Comunitat Valenciana y Sucesos, Teresa Domínguez, destacó también la alta tasa de resolución de casos del grupo de Homicidios, muy por encima de la media nacional, y cómo su buen hacer acaba en condenas. «Su trabajo no se acaba cuando le ponen los grilletes al sospechoso, sino que continúa hasta lograr una sentencia condenatoria», aseguró.

Entre sus logros figuran desde crímenes resueltos en cuestión de horas, como el del joven italiano que vino el pasado mes de julio a València a estrangular a un antiguo amigo, y que fue arrestado en la frontera italofrancesa cuando regresaba a Ferrara. A asesinatos machistas complejos, como el caso del descuartizador de Mislata, que se resolvió precisamente gracias a la tenacidad de Blas Gámez, quien a sus 51 años era el miembro del grupo más veterano. Sus pesquisas fueron claves para demostrar que Pedro Nueda había matado a su esposa en 1995 y que, tras trocear su cadáver, había arrojado los pedazos en varias bolsas en el pantano de Forata y en Chiva.

Pero la resolución de asesinatos no es su único cometido. Recuerdan con especial satisfacción haber abortado el primer caso de tráfico de órganos detectado en España, el de un alcalde libanés que ofrecía dinero a inmigrantes por su hígado. Estos son sólo algunos ejemplos de su altísima eficacia policial; la lista es interminable.