La tormenta que se vive en Verds Equo, la coalición que lidera en la Comunitat Valenciana el depuesto secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Alvaro, no cae solo sobre territorio valenciano. La formación encabezada por el ecologista Juan López Uralde también está inmersa en un proceso de fractura interna cuyas consecuencias están por llegar, aunque por lo pronto vienen a evidenciar las dificultades que históricamente ha tenido el movimiento verde para mantenerse unido.

Cinco integrantes de la Comisión Ejecutiva Federal de Equo han presentado esta semana su dimisión por discrepancias con la dirección en protesta por la negativa de adelantar la celebración de la asamblea general, una cita clave para decidir estrategias y alianzas electorales. La asamblea había sido reclamada por nueve territorios (no lo ha hecho el valenciano), por lo que, en principio, debería haberse convocado.

Esta dimisión en bloque que se une a otras del pasado, hace que la comisión ejecutiva se haya quedado con menos de la mitad de sus miembros, al tiempo que las voces críticas internas van aumentando. El partido, además, se encuentra inmerso en una compleja discusión en torno a los nuevos estatutos del partido, que, si no son comunicados antes de marzo al Ministerio del Interior, podrían poner a la formación en causa de disolución por no ajustarse a la legalidad vigente.

Básicamente, los críticos hablan de falta de transparencia y de actitudes «caciquiles» por parte de la dirección, acusaciones similares a las que se dieron en la Comunitat Valenciana y que acabaron con la expulsión de un grupo de históricos del movimiento verde. La organización se abrió en canal, aunque también en ese momento el silencio se impuso y se cerró filas en torno a Álvaro y su entorno. El próximo mes de marzo un juzgado de València decidirá si esta expulsión supuso o no una vulneración de los derechos de estos militantes. De ganar este juicio, la imagen de los verdes quedará seriamente dañada.

En este contexto de máxima tensión interna, Verds Equo del País Valencià celebra este sábado su asamblea, justo una semana después de la destitución de Julià Álvaro de la Conselleria de Medio Ambiente y su sustitución por otro miembro del partido, el ecologista Fran Quesada. Esta reunión se antoja tensa ya que el malestar interno que lleva tiempo labrándose no acabó con la expulsión de los críticos y continuó, aunque de forma soterrada. Álvaro sigue controlando la formación que, en un primer momento, cerró filas con él en un comunicado en el que se acusaba a Mónica Oltra, líder de Compromís (formación de la que forman parte los verdes), «de no haber demostrado una voluntad de cambio político y haber cedido a las presiones de los poderosos al permitir el cese de Alvaro».

Este cese fue calificado por Uralde como «una bofetada sin paliativos al ecologismo político». El asunto, con todo, no se trató en la Mesa Federal del pasado 2 de febrero, el día en que el pleno del Consell aprobó el cese.

Sin embargo, aunque se ha impuesto cierta ley del silencio, algunos miembros están en desacuerdo con esta reacción y no secundan un enfrentamiento con Oltra. Está por ver si la reacción airada de la dirección actual de Els Verds a la dimisión de Álvaro acaba en un nuevo cisma en una formación que en la Comunitat Valenciana tiene un pacto estratégico con Compromís, pero que a nivel nacional ha concurrido en alianza con Podemos.

Cercanía a Podemos

Desde hace tiempo existe por parte de Podemos en la Comunitat un claro interés de arrastrar a sus siglas a los verdes. Así se ha constatado en numerosas iniciativas en las que las propuestas del exsecretario autonómico de Medio Ambiente tenían mejor acogida en Podemos que en Compromís. La sustitución de Álvaro por Quesada es un intento de evitar que los verdes acaben rompiendo con Compromís, pero en momentos de zozobra todo es posible.

En todo caso, se augura tiempos difíciles para el mestizaje en Compromís, al menos mientras que continúe la actual cúpula en Verds Equo, cabreada con la decisiones adoptadas a nivel institucional.