«La hemeroteca reciente se le va a hacer bola al Consell de Puig». La reflexión de una persona cercana a la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, apunta a que, dentro del desastre que supone para un partido perder la presidencia del Gobierno de la Nación, los populares valencianos van a tratar de hacer de la necesidad virtud. Y dentro del drama, todas las voces del partido consultadas ayer por este diario, coinciden en que la caída de Mariano Rajoy da al PP valenciano «más discurso» y le permite una oposición mucho más dura que la que ejercían hasta el momento ya que no tendrán el freno de tener un Gobierno amigo en Madrid.

No hay que llamarse a engaño. Al PP y, en especial al partido de Bonig, las cosas le han ido de mal en peor en esta legislatura sobre todo porque el calendario judicial no les ha dado tregua. La semana pasada sin ir más lejos la convulsión era absoluta con el encarcelamiento del expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. El exministro carecía de influencia e incluso de relación con el nuevo PP de Bonig, pero él era marca, referente, el primer popular que había llegado a la presidencia de la Generalitat.

Este caso era la guinda a una acumulación de sentencias, procesos e imputaciones que ha truncado la estrategia de Bonig y su equipo de presentarse a las elecciones de 2019 con una marca limpia de polvo y paga. La sentencia de Gürtel, que ha acabado derrocando al Gobierno de Rajoy, es un lastre en la imagen de un partido que arrastra a las organizaciones regionales y especialmente, a la valenciana. El futuro judicial, además, sigue lleno de nubarrones: las piezas de Gürtel pendientes, entre ellas la de la financiación irregular del PPCV, la visita del Papa, Taula, la Fórmula 1, etc. marcarán irremediablemente la agenda política en el año que queda de la legislatura antes de la convocatoria electoral. A este panorama, el PP valenciano (y nacional) debía añadir la pujanza en las encuestas de su principal rival: Ciudadanos.

El escenario hasta hace dos días era el que era, pero desde ahora hay que añadir la tragedia de quedarse sin referentes en el Gobierno: no habrá ya más ministros de visita con los que Bonig pueda hacerse la foto, ni más encuentros con el ministro Cristobal Montoro, ni información privilegiada, ni capacidad de presionar en el Gobierno. Ahora bien, cargos y dirigentes consultados coinciden en que del cambio de escenario, puede surgir una ventana de oportunidad.

En este contexto, consideran que la presión respecto a las reivindicaciones claves de la Comunitat Valenciana ha pasado ahora a un gobierno socialista. «¿Puig le mandará a Sánchez la foto de la manifestación en Madrid por la infrafinanciación autonómica?», comentaba ayer una diputada. «Sánchez ha dicho que no va a reformar la financiación ¿qué va a hacer Puig y Oltra? ¿Qué tiene que decir Salvador Navarro y los empresarios», apuntaba otro diputado. Para el PP la pelota de la financiación autonómica, el corredor mediterráneo, las inversiones en infraestructuras está ahora en otro tejado y creen que les será más fácil poner en evidencia a un Ejecutivo que no defienda los intereses valencianos. La falta de sintonía entre Puig y Sánchez es también un elemento de distorsión del que el PP valenciano tratará de sacar ventaja.

Pero, además, los populares valencianos están dispuestos a endurecer más su discurso en aquellos asuntos que, con un gobierno socialista y apoyado por nacionalistas, se potenciará. «El discurso del miedo siempre nos ha funcionado bien», admiten en privado. La amenaza del nacionalismo, del independentismo, la «imposición lingüística», son banderas que Bonig y los suyos amplificará y trasladarán al Gobierno de Sánchez. «Es un gobierno de radicales», dicen. La propia Bonig enseñaba ya ayer sus cartas en una comparecencia ante los medios en las que advertía que buscarían alternativas legales para recurrir la ley del plurilingüismo en caso de que ahora el Ministerio de Educación decidiera no presentarlo. Apuntaba ya al compromiso de la infrafinanciación y recurría a la amenaza del independentismo.

Otros dirigentes populares consultados ayer llegan incluso a vaticinar una potenciación del voto útil a favor del PPCV. Creen que Ciudadanos se ha quedado descolocado y puede calar entre quienes los veían cómo alternativa el mensaje de que, en tiempos de crisis, no han sabido reaccionar. «Es el momento de capitalizar discursos como el valencianismo», indicaban.