La decisión del exministro de Exteriores y diputado José Manuel García Margallo de dar un paso adelante en la carrera por la sucesión en el PP y reunir los avales para tratar de conformar una candidatura ha sido acogida con frialdad por la cúpula regional que lidera Isabel Bonig. Margallo, que ayer confirmó a este diario que quiere pelear por ser el relevo de Mariano Rajoy, no tendrá el respaldo de su partido, al menos a nivel orgánico, ni de la dirección regional ni de la provincia de Alicante, donde es afiliado.
Las fuentes consultadas mostraron su rechazo a los movimientos de García Margallo y lo achacan a un intentó de seguir influyendo en el partido. Desde el partido en Alicante se mantenía ayer la tesis de que Margallo no tiene opciones de superar el proceso de primarias y creen que el que fue cabeza de lista del PP por Alicante al Congreso de los Diputados no representa la regeneración.
Lo cierto es que la relación del exministro con la organización valenciana es tensa desde los tiempos de Alberto Fabra. El veterano político, con casa en Xàbea, lleva tiempo cuestionando la estrategia del PP valenciano y no se ha mordido la lengua cuando ha tenido que ser crítico con la lideresa Isabel Bonig y su equipo. La distancia con el nuevo PP que intenta liderar Bonig es prácticamente insalvable, de ahí que Margallo tendrá difícil ser profeta en su tierra.
Al ser preguntada ayer en las Corts, la secretaria general del PP, Eva Ortiz, señaló que le parece bien que «cuantas más personas crean que pueden mejorar, ayudar y tener un proyecto de futuro» para el PP se presenten para liderarlo. Respeto a la posición del partido, señaló que tomará la decisión que corresponda cuando conozca todas las candidaturas.
El exministro irrumpió hace unos días en las carrera sucesoria, pero para posicionarse en contra de la vicepresidenta del PP, Soraya Sáenz de Santamaria. Margallo, un veterano de la política en su momento muy próximo a Rajoy, pero que no llevó bien que lo descabalgaran de la cartera de Exteriores.
Margallo ha sido una suerte de verso libre en el PP ya que no ha duda en dar sus opiniones aunque fueran en contra del argumentario popular. Así, por ejemplo, ha defendido una reforma constitucional para dar salida al problema territorial de Cataluña y ha sido crítico con su propio Gobierno por no haber sabido frenar el conflicto en su día. También criticó los útimos presupuestos del Estado
