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Igualdad

Las ingenieras desmontan mitos

Las ingenieras reivindican su espacio en un sector muy masculinizado y animan a las jóvenes a estudiar una carrera con un 7 % de paro porque "no hay un sector donde no quepa esta profesión" - Tres ingenieras industriales desmontan mitos para Levante-EMV

De izquierda a derecha, Esther Pavía, Nieves Romero y Eva Marco en la rotativa de Levante-EMV. miguel ángel montesinos

Son ingenieras. Con «a». Industriales, para más señas. Una profesión con multitud de salidas laborales que es, sin embargo, la gran desconocida. Un sector masculinizado donde ya en las aulas de la facultad las mujeres se cuentan con los dedos de la mano. Cada año se incorporan más chicas a la carrera, pero el porcentaje sigue siendo mínimo. Por ello, el pasado fin de semana, cuando se celebró la Noche de la Industria con el lema «Más ingenieras» ellas fueron protagonistas. Las pioneras y las que llevan el título debajo del brazo. Todas. Muchos de los asistentes pensaron que el lema elegido respondía a la renovación de la junta directiva del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales que desde el pasado mes de enero cuanta con nueve mujeres (en la etapa anterior había tres) y, por primera vez, con una presidenta en la demarcación de València. Se llama Nieves Romero y recibe a Levante-EMV con dos compañeras de la junta -Eva Marco y Esther Pavía- para «visibilizar» una profesión desconocida y masculina que cada día lo es un poco menos. Ellas se encargan de esto. Se hacen hueco, sacan pecho y reivindican la presencia femenina a base de golpes contra un techo de cristal que ya muestra sus primeras fisuras. La idea del lema de «Más ingenieras», sin embargo, no fue suyo, sino del decano Salvador Puigdengolas, especifican. Al César lo que es del César. Lo que sí es suyo, de las tres, es la necesidad de visibilizar a las ingenieras industriales. Vamos a ello.

Lo primero que reconocen, las tres, es la pasión que sienten por su profesión, por su trabajo, por una carrera que «no es vocacional» y que, sin embargo, tiene «multitud de salidas laborales». «La gente tiene claro que un arquitecto construye casas, que un médico cura a las personas... Pero ¿Un ingeniero? ¿industrial? Pues puede desde hacer coches hasta fabricar lejías o hacer instalaciones. Ingeniería industrial tiene toda esa versatilidad. Pero parece que la mujer no tiene cabida en el mundo industrial y eso es un error», explican.

Del «xiqueta» al respeto

Las tres pertenecen al sector de la construcción y aseguran que, una vez «obtenido el respeto la situación cambia porque ya ven que eres una profesional, que conoces tu trabajo y que les das órdenes coherentes». Sin embargo, reconocen que en cuanto ponen un pie en la obra, en un trabajo nuevo, se sienten cuestionadas y tienen que demostrar una profesionalidad que nadie le pide, de entrada, a sus compañeros varones. Eso sí, son positivas en su discurso. «Existe una gran diferencia dependiendo de la generación. A la gente mayor le cuesta mucho más. Ver una mujer joven que ostenta un cargo técnico, que te va a mandar a ti, hombre, que llevas toda la vida de obra en obra... De entrada siempre somos ´las xiquetas´ con esa generación. Te hacen preguntas para ver si, realmente, sabes del tema... Cuestionan algunas decisiones para comprobar tus conocimientos... Y entonces, cuando te ven trabajar... entonces, sí, entonces ya te has ganado su respeto y todo funciona sobre ruedas. Pero ese trámite siempre es el mismo. Con la gente de nuestra generación es diferente. Hay un trato más igualitario y esperemos que en un futuro no exista diferencia ni sorpresa alguna cuando alguien espere un ingeniero y aparezca una mujer por la puerta. Porque sí, a día de hoy aún sorprende», afirman.

Inés Romero, Eva Marco y Esther Pavía luchan por la igualdad sin beligerancia. Una vida laboral repleta de «xiqueta» y «bonica» que refleja un trato paternalista con quien dirige tu obra, resuelve los problemas que otros no han podido y da órdenes por doquier. Ellas, les corrigen el trato intentando que nadie se incomode. «Hemos avanzado, la verdad, pero queda mucho por hacer y deben entender el cambio sin sentirse agraviados porque entonces se bloquean y no entienden el mensaje», afirman.

Algo parecido les ocurre con el lenguaje inclusivo. Utilizan indistintamente el término masculino y femenino en su profesión, aunque se esfuerzan por emplear un «ingenieras» que no les chirríe en el oído como antaño ocurría con diputadas y hoy pasa con médicas. Las tarjetas de visita de la ingeniería que dirige Eva Marco son rosas «para quitar un poco esa esencia gris que persigue a los ingenieros», pero, sin embargo, ella firma los proyectos como ingeniero desde que acabó la carrera. Inés Romero afirma que desde el Colegio Oficial ya están cambiando los formularios para que determinadas expresiones o frases tipo incluyan la a de ingenieras, mientras que Esther Pavía reclama el uso de ingenieras «porque eso es lo que somos, porque el término ingenieros hace referencia auna profesión exclusiva de hombres (que es lo que era) pero ahora sí hay mujeres y el lenguaje es una manera de visibilizar, una manera de inclusión y avance. Si la usamos se normalizará».

Pregunta obligada

El último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la situación laboral de los ingenieros industriales en España data de 2014 (con datos de los titulados en el año 2009-2010), aunque fuentes del organismo afirman que los porcentajes se mantienen años después y sitúan la tasa de actividad en un 93%. Así que, quien estudia ingeniería industria encontrará trabajo. Sea hombre o mujer.

Las tres ingenieras industriales que protagonizan este reportaje trabajan. No les costó encontrar empleo. Inés Romero tiene 45 años y trabaja en ABC Arquitectura Modular; Eva Marco tiene 43 años y cuenta con una ingeniería en propiedad que lleva su nombre y Esther Pavía, de 36 años, trabaja en Elit, una empresa del grupo Pavasal. Y ahora llega la pregunta del millón.

Responsables, trabajadoras, técnicas y profesionales... ¿tienen familia? ¿las ingenieras industriales concilian? Posiblemente la pregunta no se incluiría en un reportaje de ingenieros pero ellas ni se incomodan ni se sorprenden. Están acostumbradas a que en una entrevista de trabajo les pregunten por su vida privada, por la situación de su útero. Y saben que, cuando la igualdad sea real, o la pregunta desaparecerá de la ecuación o será la misma para todos. Aún queda camino.

«La conciliación es difícil tengas el trabajo que tengas porque la sociedad tiene que avanzar y a día de hoy el peso de la crianza recae en las mujeres que, además, también trabajan. A la hora de promocionar parece casi indispensable que la empresa sepa a ciencia cierta si vas o no a tener descendencia; y eso no le ocurre a los hombres. Estamos en desventaja», explica Nieves Romero, la única de las tres que no tiene hijos. Eva Marco tiene dos niñas, de 13 y 11 años, y recuerda cómo el mundo se le cayó encima cuando supo que estaba embarazada de su segunda hija. «¿Cómo iba a buscar trabajo con una niña de dos años y con mi panza de embarazada? Así que me lo monté por mi cuenta y estoy muy contenta. Al dirigir mi propia ingeniería puedo ´apañarme´ dos tardes a la semana para estar con mis hijas, pero sí, somos nosotras las que nos sacrificamos y hacemos encaje de bolillos para atender a la familia», explica. A su lado, Esther Pavía, niega con la cabeza. «Yo tengo una niña de 3 años, pero mi marido es profesor de universidad y realmente el que se encarga de la crianza es él... Su horario le permite ser más flexible y ocuparse de la pequeña. Así yo me dedico a mi trabajo las horas que necesito y estamos los dos encantados porque el hombre también debe participar en los cuidados. La igualdad solo será real cuando hombres y mujeres compartamos trabajo, hogar y crianza al 50%», asegura.

El mensaje para quienes no saben si elegir o no ingeniería industrial es claro: «No lo dudéis. Es una carrera que tiene muchas salidas y te permite decidir tu futuro mientras estudias. No hay un sector donde no quepa un ingeniero industrial». Para las que acaban de terminar y llevan su título debajo del brazo, también: «Si tienen dudas que se acerquen al Colegio Oficial. Y que no se pongan límites. Hay muchas mujeres que han abierto puertas antes que ellas y las han dejado abiertas para que ellas puedan pasar. Y ellas tienen que hacer lo mismo por las que vendrán detrás». Y es que la ingeniería industrial hace años que dejó de ser cosa de hombres. Que quede claro.

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