Poco más de siete meses después de que cuatro encapuchados asaltasen la tienda Apple de València, ubicada en plena calle Colón, el emblemático establecimiento de la manzana mordida volvió a sufrir ayer en la tienda mediante el mismo método: la rotura de la puerta de cristal que hace chaflán sobre la calle Roger de Lauria, golpeándola levemente con la esquina delantera derecha de un coche robado. Las coincidencias son absolutas, así que la Policía Nacional trabaja ya con la hipótesis de que se trata de los mismos autores, a quienes se atribuyen decenas de robos en tiendas de telefonía móvil de distintas compañías en media España.

De nuevo los terminales expuestos

Y, como ya hicieran en diciembre, cometieron el asalto en la madrugada del domingo al lunes, sólo que en esta ocasión, decidieron hacerlo cinco horas más tarde: a las 6.30 horas. ¿La razón? Que en la noche del 10 al 11 de diciembre fueron sorprendidos cuando huían por un taxista y un equipo de limpieza de un edificio próximo, así que esta esperaron a que la calle estuviera ‘limpia’ de testigos indiscretos y hasta de policías, al hacerlo coincidir con el cambio de turno.

Y, como la otra vez, actuaron encapuchados, tal como recogen las grabaciones del interior de la tienda Apple -pero no disfrazados de Papa Noel, como se ha difundido erróneamente-, de donde arramblaron, otra vez, con los terminales expuestos en los cuatro primeros mostradores, fundamentalmente modelos 7, 7 plus, 6 y 6 plus.

Esta vez, agregaron a los bolsones de plástico que portaban algunos iPad y portátiles de Apple del quinto mostrador, productos a los que tuvieron que renunciar siete meses atrás al tener que huir precipitadamente porque se supieron descubiertos.

En diciembre, los ladrones lograron que las puertas de cristal saltaran hechas añicos con un Renault Megane de color rojo que habían sustraído en Requena, mientras que para esta ocasión, han preferido sustraer el vehículo en Alicante.

El coche, ya recuperado, apenas sufrió daños porque no se trata de un auténtico alunizaje, que consiste en estrellar violentamente un vehículo contra el establecimiento que se quiere desvalijar, sino de presionar lo justo el cristal para que reviente en mil pedazos. A media mañana, la puerta ya estaba cambiada.