Una petición de cofinanciación entre el Gobierno Central y la Generalitat Valenciana que se pidió una y otra vez, pero de la que solo llegaron 31 millones entre 2007 y 2008. Ese fue el desenlace de la construcción de la nueva Fe, un hospital que costó más de 255 millones de euros a los valencianos y cuyas obras se prolongaron durante seis largos años.

Para su finalización, la Consellería de Sanidad tuvo que recurrir incluso a un préstamo bancario en 2009 de 300 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones (BEI), una entidad mediante la cual el gobierno de Francisco Camps, pudo añadir a sus arcas el dinero necesario para que, al año siguiente se pudiera estrenar los seis edificios del gran gigante de la sanidad valenciana.

Sin embargo, en otras comunidades autónomas la ayuda económica procedente del exterior para finalizar otros proyectos sanitarios más pequeños que la Fe no fue necesaria como en el caso valenciano, sino que se gozó de un inversor nacional, el propio Gobierno central.

Como muestra de ello, solo en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2014, otro territorio regional como Cantabria recibía 28 millones de euros para financiar las obras del Plan Director del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, un complejo con finalidad parecida a la Fe, pero que sí que recibía un empuje económico por parte del ejecutivo central, en este caso en manos de Mariano Rajoy.

No obstante, la falta de financiación en Sanidad no era algo nuevo. Ya en 2005, la Comunitat Valenciana era la autonomía donde se producía una desigualdad más evidente entre el porcentaje destinado al gasto sanitario (9,5%) y el ritmo al que crecía la población valenciana (10,7 %), mostrando como la infrafinanciación en sanidad ya era una realidad.