Transcurridos 37 años de los primeros casos de VIH, los avances médicos han permitido que «no morirse haya dejado de ser la prioridad», que se convierta en vivir con todas las garantías gracias a los tratamientos que cronificaron la enfermedad. «Antes dar un diagnóstico de VIH era muy duro porque, además de asociarse con la promiscuidad, seguía un tratamiento de más de 20 pastillas al día», explica Consuelo Ramírez, médica en los Centros de Información y Prevención del Sida (CIPS) que, con motivo del Día Mundial contra el VIH, acudió a la Plaza de la Virgen. Allí, la Coordinadora de Asociaciones de VIH y Sida de la Comunitat Valenciana (Calcsicova) celebró una concentración desde las 10 hasta las 14 horas con tablones informativos y pruebas rápidas.

Bajo el lema «Indetectable=Intransmisible», la coordinadora quiso recordar que las personas con VIH que toman tratamiento antirretroviral y tienen carga viral indetectable (por debajo de las 20 copias en sangre) no pueden transmitir el virus. No obstante, la coordinadora de Calcsicova, María Jesús Cabezón, explicó que el estigma supone una barrera importante para realizar un diagnóstico temprano, pues no acuden a las consultas. En España, más del 45 % de los nuevos diagnósticos son tardíos. Otro elemento más «responsable de que el VIH siga expandiéndose», aseguró Cabezón. De hecho, actualmente en la C. Valenciana hay cerca de 16.000 personas en tratamiento.

Con todo, el miedo a la discriminación ha sido «lo más difícil de superar». Un estigma que persiste y que hace que las personas con VIH sigan viviendo la enfermedad desde «la soledad y la ocultación». Al menos así lo consideró Carlos García, psicólogo del Comité Antisida, quien asegura que, en los enfermos por VIH, se quintuplican los intentos de suicidios.

Advierten, sin embargo, de un pequeño repunte de VIH en los más jóvenes. «Creen que es una enfermedad ya erradicada y, por ello, limitan las medidas de prevención, ya no usan condón», advirtió Concha Santos quien ejerce como médica en el CIPS desde su creación hace 35 años. Por ello, considera «urgente» la implantación de la PrEP (la toma de antirretrovirales antes de tener relaciones sexuales), así como la inclusión de asignatura de educación sexual en la escuela.

«La infecté porque era mía»

El estigma es evidente, explicó Xelo Escriche, trabajadora social del Comité Antisida, «pero aumenta en las mujeres». Por ello, el grupo de mujeres «guapas» llevó a cabo ayer una acción con imágenes del fotógrafo Jayro Montesinos con la que buscaron «dar visibilidad» a las afectadas. «Sigue existiendo la creencia de que esta enfermedad es exclusiva de personas promiscuas, pero muchas de nosotras somos amas de casa y trabajadoras, a veces muy jóvenes, a veces de tercera edad», recordó. Una enfermedad que, explican, viven en la más absoluta invisibilidad y que se convierte también en un arma de violencia machista contra ellas.

«La infecté porque era mía», fue otra de las imágenes que ayer mostraba el grupo de mujeres. Basado en el testimonio de una de sus integrantes, el grupo quiso explicar cómo su marido, transmisor de VIH, impedía que se hiciera las pruebas y le prohibía utilizar medidas de protección. Al tiempo, sin embargo, «cuando nació mi bebé, me comunicaron que yo tenía VIH y mi hijo también».