La unanimidad entre los expertos respecto a la necesidad de una reforma de la Constitución, de la que hoy se cumplen 40 años, es total. Tanto como que cuatro décadas después, la actualización resulta tan urgente como imposible en un contexto político cada vez más complicado.

Ocho expertos, entre catedráticos constitucionalistas, sociólogos y politólogos, toman la palabra en un desayuno en la sede de Levante-EMV en un debate moderado por el redactor jefe de Política y Comunitat Valenciana, Alfons Garcia, en presencia de la directora, Lydia del Canto.

«Ahora es imposible, mucho más que en 1978, la polarización es brutal y aún va a aumentar», vaticina el catedrático de Geografía Humana, Joan Romero, que, aún consciente de la dificultad, cree que es necesario ponerse a hablar y en ese punto señala que el documento de reforma que ha presentado el Consell puede ser un buen punto de partida.

La catedrática Asunción Ventura llama a no tener miedo de avanzar en la reforma aunque tampoco tiene claro que el actual sea un buen momento porque los cambios requieren un debate «sosegado y tranquilo» para no hacer una reforma de «parches». El sociólogo Vicent Flor también opina que vivimos el peor escenario posible para avanzar en una reforma.

«Existe una fragmentación altísima que también afecta ahora al bloque de derechas», reflexiona la politóloga Aida Vizcaíno que también considera necesario acertar el momento de abordar la reforma.

En el debate, la subsecretaria de Hacienda y profesora de Derecho Constitucional, Zulima Pérez, ofrece vías de escape al bloqueo actual que pasan por avanzar hacia un Estado federal que incluya las nacionalidades y reformar la financiación.

En cambio, para Fabiola Meco, profesora de Derecho Constitucional y ahora diputada de Podemos, lo que existe es la necesidad de un «proceso constituyente», aunque también reconoce la complejidad del momento.

Meco enumera apartados de la Constitución que requieren una reforma urgente como el título octavo, el del modelo territorial «porque la estructura de las autonomías ha reventado». También ve necesario consagrar derechos fundamentales como el de la vivienda o el modelo de financiación que no se ha abordado por falta de iniciativa política. «Hace falta un cambio, no una reforma», opina la profesora.

El sociólogo y profesor Rafa Castelló plantea que hay tanto que reformar en la Carta Magna que tal vez sería mejor derribarla y volver a levantarla de nuevo. En su opinión, resultaría más provechoso comenzar por la reforma del sistema electoral o del modelo territorial.

Con todo piensa que hay un problema crucial: la falta de cultura democrática. Por ello le genera muchas dudas el abordaje de una reforma con una ciudadanía a la que le resulta totalmente indiferente si la Carta Magna se reforma o no y lamenta que la mayoría de las instituciones no hayan hecho nada en estos años por acercar la Constitución a la calle.

Ventura echa en falta que las mujeres no estén representadas en la Constitución y también que ha faltado en estas décadas un instrumento como el Senado para facilitar la relación entre el Estado y las autonomías. Una relación que solo ha sido bilateral con el País Vasco y Cataluña pese a que los avances que se han producido en España los han impulsado las autonomías.

Para Joan Romero el gran problema actual es la dificultad de conciliar el Estado plurinacional. Además, pone dos ejemplos que ha vivido en primera persona estos meses para reforzar la idea de que la reforma constitucional no es posible: «Cuando me llamaron para la comisión territorial del Congreso ya vi que faltaban tres partidos y por eso la propia comisión ya llevaba implícito el fracaso. También cuando me llamaron a las Corts para hablar de la reforma del Estatuto valenciano solo vi desgana», analiza.

«Hay voluntad de recentralizar»

El expresidente del Consell Jurídic Consultiu, Vicente Garrido Mayol, detecta una voluntad en poderes del Estado de recentralizar. Entiende que es una reacción contra el independentismo de una parte de los catalanes, un matiz que incluye en el debate siguiendo a un «padre» de la Constitución, Miquel Roca, que pide que no se sitúe a todos los catalanes en el independentismo.

Garrido introduce la dificultad de abordar la reforma del modelo territorial en un Estado donde un tercio de los ciudadanos son partidarios de eliminar o recortar el actual Estado de las Autonomías que consagra la Constitución. Él, personalmente, se muestra convencido de que solo se asegurará la unidad de España a través de la articulación del Estado autonómico, pero nunca con un Estado unitario.

Para Zulima Pérez, tras 40 años de Constitución ha fallado una mejor interrelación entre el Estado y las autonomías como se ha visto en las conferencias sectoriales o en la propia Conferencia de Presidentes que no han funcionado. De hecho esta última nunca se reunió hasta 2004. «La reforma del Senado es clave para el buen funcionamiento del Estado; éste debe ser el foro real de participación de las autonomías», pone sobre la mesa Zulima Pérez.

Vicent Flor incide en la cuestión del gasto y sostiene que el hecho de que el Estado tenga la mayor capacidad de gasto es en sí mismo una muestra clara de centralismo, de un Estado articulado hacia el centro y en el que nunca se ha producido un pacto entre ese centro y la periferia.

«Eso provoca -explica Vicent Flor- que Madrid esté sobrerepresentado en todos los indicadores, lo que agrava el problema de la desigualdad entre territorios», añade. En ese punto plantea que Madrid, además de Navarra y País Vasco (por su privilegiada relación financiera con el Estado), estén mucho más cerca de Europa en muchos aspectos mientras que otras autonomías lo están de Grecia o incluso de Rumanía. Además, Flor asegura que políticamente se quiere quitar cualquier legitimidad a las nacionalidades sin Estado.

Meco añade que la voluntad recentralizadora del Estado se detecta especialmente en el freno a leyes aprobadas por las Corts, aunque en algunas cuestiones Europa saldrá al rescate y Pérez coincide en que la interpretación que los tribunales hacen de leyes autonómica transpiran centralismo.