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Encuentros

Vox encuentra en cazadores y taurinos valencianos un nicho de votantes desencantados

La formación redobla los contactos con colectivos del mundo rural críticos con la gestión del Botànic

Dirigentes de la Federación de Cazadores, reunidos con el presidente de Vox en Valencia. levante-emv

A río revuelto, ganancia de pescadores. La irrupción de Vox en el tablero político ha puesto el foco sobre el descontento de un sector del mundo rural que interpreta como una amenaza el avance de las políticas ecologistas y animalistas y que ha nutrido de votos a la fuerza de ultraderecha en Andalucía.

A falta de cinco meses para los comicios autonómicos y municipales en la Comunitat Valenciana, los colectivos de cazadores y taurinos se encuentran en pie de guerra junto a los agricultores. Un nicho de mercado que Vox se ha lanzado a conquistar.

Prueba de ello es la reunión que el presidente del partido en València mantuvo hace escasos días con la directiva de la Federación de Caza de la C. Valenciana, el tercer territorio español con más licencias de cazadores por detrás de Andalucía y Cataluña: casi 40.000.

En una nota de prensa, la federación contrapuso la «falta de apoyo» del Govern del Botànic al respaldo «absoluto y sin paliativos» trasladado por el máximo dirigente valenciano de Vox a las «modalidades cinegéticas tradicionales» por «su importancia ecológica, económica y de sostenibilidad del mundo rural».

«Somos totalmente apolíticos, pero dialogamos con todos los partidos: se agradece el gesto de que [Vox] nos pidiera una reunión y se preocupara por nuestro colectivo», explica Raúl Esteban, presidente de los cazadores, a Levante-EMV.

«Nos sentimos desamparados. Los partidos se han creído el discurso y el postureo de la corriente animalista, cuando nosotros somos los primeros amantes de la naturaleza: hacemos un trabajo efectivo para la conservación del medio ambiente», sostiene Esteban, que en el nuevo contexto que se abre espera «un cambio en la actitud de los partidos: que valoren el mundo rural y reconozcan la labor necesaria de gestión que prestamos».

Presión de las peñas de los bous

La relación de las diferentes fuerzas políticas con los bous al carrer monopolizó gran parte de la asamblea general celebrada el sábado por la federación que agrupa a mil peñas taurinas locales, donde por unanimidad se avaló la continuidad de la gestión actual.

Vox todavía no se ha puesto en contacto con esta entidad. «La salvaguarda de la tauromaquia no ha de pasar por ningún partido político, sino por un entendimiento y un consenso que buscamos a través del dialogo con todos, y si Vox o Podemos se suman al carro estaríamos encantados», deja claro su presidente, Vicente Noguerales.

Aunque considera «normal» el giro del votante en Andalucía porque Vox «dice claramente que está favor de los toros», Noguerales no ve extrapolable la situación y marca distancias porque «aquí no sabemos aún qué es [Vox]». Aún así, el dirigente hace hincapié en que «ningún aficionado taurino está conforme con la manera en que se está tratando el asunto. En la C. Valenciana hay un descontento hacia el ninguneo de todos los partidos a un mundo tan importante».

El colectivo presiona especialmente para desatascar esta semana el nuevo decreto autonómico de festejos taurinos, cuya paralización atribuye a Compromís. «El bloqueo no solo está boicoteando a los taurinos, sino a los propios alcaldes y concejales de Compromís en pueblos taurinos que viven a pie de calle el mundo rural y que no entienden que se les deje de lado», afirma Noguerales, que confía en que pueda alcanzarse un acuerdo, perfilarse los flecos y aprobarse la modificación en el pleno del Consell del próximo viernes.

La Federación exhibe buena sintonía con políticos de todos los colores, pero lanza una advertencia: «los taurinos no nos vamos a quedar quietos».

La asociación agraria AVA-Asaja, que también ha elevado la voz respecto a sus demandas, es otra de las entidades con las que ya se ha reunido Vox. En medio de esta tesitura, los partidos del Botànic tratan de apurar la legislatura sin tensar más las relaciones con los colectivos críticos y afrontan el reto de desmontar la visión apocalíptica que estos muestran para contener un descontento que pugnan por rentabilizar las fuerzas de centro-derecha. La batalla electoral está servida.

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