Unos hablan animadamente en grupo, otros cuentan sus sensaciones a través el móvil, bien mediante una llamada bien a través del WhastApp. Los hay que simplemente se apoyan en la pared con la mirada perdida, como intentando no perder la concentración, mientras que otros se imbuyen en la música que emana de sus cascos, aislándose del entorno. Son las 15.15 horas y los pasillos de los aularios de la facultad de derecho de la Universitat de València se llenan rápidamente de gente que está a punto de jugarse parte de su futuro. Un cuarto de hora más tarde empezarán a llamar, uno a uno, los aspirantes. Un total de 2.856 valencianos y valencianas se enfrentan a los exámenes de especialización de las diferentes modalidades sanitarias (medicina, enfermería, psicología, farmacia, biología, etc).

Entre los nervios y la tensión propias del momento, una queja generalizada: la escasez de plazas que se ponen a disposición para un gran número de titulados. En toda España se ofertan un total de 8.402 plazas para más de 35.000 aspirantes, a una media de cuatro personas por cada vacante. La gran mayoría están destinadas a estudiantes de medicina (MIR), con un total de 6.797 para 15.477 estudiantes o, lo que es o mismo, una plaza por cada dos aspirantes. «Eso significa que se quedarán fuera 8.000 personas», explicaba a este periódico Anna, una joven de Tavernes de la Valldigna que se presentaba a la prueba. En los hospitales de la Comunitat Valenciana apenas se ofertan 787 plazas de la totalidad de las modalidades. Jurgen Solís, que ha estudiado en València y se presentaba para el MIR, señala que «este país tiene un problema serio entre los médicos que forma y a los que luego no da especialidad, o peor aún, no contrata». Por ello, cree que «las facultades deberían estar adecuadas a la oferta».

En todo caso, en esos instantes es en lo que menos piensa la mayoría en esos momentos. «Estamos cansados y lo que más quiero es dormir y, aunque existen os nervios, he venido a pelearlo, estoy con muchas ganas». Explica que «a tope, llevo seis meses estudiando», aunque «hace más de un año que empecé con la preparación». Rubén Eguren, vecino también de València, y que se presenta al examen de Farmacia (FIR), dice que lo afronta «con tensión». Pese a ello, celebra que es «el último paso» y asegura que «lo que está hecho ya está hecho y ya no se puede hacer otra cosa».

El caso de David Sánchez es singular. Este mexicano ha estudiado durante un año para hacer el MIR, pese a que ya es cirujano. Se presenta a la prueba porque, pese a tener un extenso currículum, necesita homologar su titulación en España.