El exconseller Rafael Blasco volvió ayer a las Corts casi cinco años después de renunciar a su acta de diputado, tras ser condenado por el desvío de las ayudas a la cooperación. Y lo hizo en plena forma. Como si los tres años y siete meses que ha pasado en la cárcel no hubieran hecho mella en él. Desde el pasado jueves disfruta de un régimen de semilibertad ya que sólo pernocta en el CIS (Centro de integración social) Torre Espioca de Picassent.

El siete veces conseller con cuatro presidentes y dos partidos mostró varias caras durante su comparecencia: Resignado, incluso zen, con su situación judicial. Ligeramente nervioso con algunas intervenciones (que disimulaba manoseando un bolígrafo). Pero retador y combativo con las «contextualizaciones» previas a los interrogatorios sobre el caso Taula a los que lo sometieron los diputados Toni Subiela (Ciudadanos), Fabiola Meco (Podemos), Fran Ferri (Compromís) y Clara Tirado (PSPV), que además fue una de las denunciantes (junto a Mireia Mollà) del caso Cooperación, que acabó con la condena de Blasco y sus más directos colaboradores.

«Usted se ha convertido en símbolo de la corrupción en la Comunitat Valenciana tras ser condenado por malversación y falsedad documental», le espetó Tirado a Blasco, al tiempo que lo invitaba a «reflexionar en esta comisión, cambiarse de bando y ponerse del lado de la decencia». El siete veces conseller escuchaba con la cara impertérrita pero con el bolígrafo rodando como un molinillo entre sus manos, a veces temblorosas. «¿Qué política de contrataciones decidían en el Consell y a qué empresas invitaban a participar en los concursos?», le interpeló Fabiola Meco. «¿Cuál fue su relación con Joan Ramón Ferrís, que logró adjudicaciones de ITV y residencias? ¿Y qué ganancias logró la empresa a la que pertenecía Consuelo Salom Císcar?», le preguntó Fran Ferri. «¿Por qué contrató a Engloba para promocionar el hospital de Haití?», se interesó Toni Subiela. «Participaba de la mesa camilla donde se decidía a quien contratar?», asestó Tirado.

Todas los interrogantes rebotaron en Blasco como si fuera una pared de frontón. «No puedo aportar nada del tema de Taula, absolutamente nada», aseguró Blasco impasible. También desconoce quién contrató a la empresa Engloba (propiedad de José Adolfo Vedri, «no sé quién es ese señor», aseguró el exconseller) para el vídeo del hospital de Haití. «Yo directamente no creo que contratara a esta empresa. Alguien debió contratarlo, un jefe de servicio o un funcionario». Una respuesta que encendió a Tirado. «Veo que continúa derivando en técnicos y funcionarios su responsabilidad», lamentó la diputada socialista.

Sobre su relación con Ferrís Blasco respondió un comedido «no se ha judicializado nunca» y negó haber tenido «ningún compañero de aventuras» en las adjudicaciones en las que participó cuando fue siete veces conseller y se mostró convencido de que «las ganancias [de Salom Císcar] fueron cero, seguro».

En sus respuestas, Blasco tuvo palabras para sus antiguos correligionarios. De Francisco Camps dijo que es una persona «honorable, porque no tiene una sentencia que ponga en cuestión su actitud». De Alfonso Rus, que mantuvo una «amistad muy buena que duró mucho tiempo, aunque no éramos íntimos». Y se consideró «un tipo con suerte por no haber contratado nunca a Marcos Benavent». Blasco también aprovechó para lanzar un misil a la línea de flotación de su antiguo partido, el PSPV. «He vivido muchas cosas en política, como un partido socialista en el que el secretario de organización mandaba circulares a los cargos públicos pidiéndoles a todos los que contrataban en las instituciones que cobrasen una comisión del 10 %», asestó en referencia a Joan Lerma y Pedro Lorca (expedientado por estos hechos de 1979). De Zaplana defendió que «no puede ni debe estar en unas instalaciones penitenciarias que no reúnen las condiciones para el tratamiento de esa enfermedad». Y sobre su experiencia carcelaria admitió haber «aprendido la lección de la situación dolorosa de haber estado en la cárcel».