Murieron ante sus verdugos, acusados de «rebeldía» y convertidos en «culpables», a pesar de que fueron sus «asesinos quienes se rebelaron contra la legalidad vigente». Fueron fusilados para evitar, o eso decían desde el bando golpista, que volviera a «germinar en España la semilla de la libertad y la justicia social», explicó ayer Alfredo, coordinador de la Plataforma 14 de Abril durante el homenaje a los republicanos fusilados en el cementerio de Paterna. Camposanto cuyos muros guardan el llamado Paredón de España, aquel que se bañó con la sangre de 2.238 personas.

Un acto de reivindicación y también de memoria, de recuerdo. No solo de un sistema de gobierno antimonárquico que promocionó la enseñanza laica y pública y que tan solo entre 1931 y 1932 abrió más de 9.000 escuelas, sino también de aquellos que lo defendieron hasta las últimas consecuencias. Represaliados que murieron gritando a sus verdugos «Viva la República» ante un país que, poco a poco, se iría convirtiendo en un «inmenso campo de concentración y exterminio» y que, ahora, ostenta el segundo puesto a nivel internacional con más desapariciones forzadas, solo por detrás de Camboya.

Los gritos, desde entonces, callaron. O, al menos, bajaron la voz cada vez que quisieron recordar su historia. Durante mucho tiempo parecía que «lo habían logrado», que «todo estaba atado y bien atado», como decía el dictador. Pero ayer cientos de personas alzaron la voz nuevamente para pedir justicia, verdad y reparación ante un camposanto que sigue guardando la vida de tantas personas anónimas. Los cantos de libertad se unían a los de La Internacional y un Bella Ciao de la Estrella Roja de Benimaclet que emocionaron a los familiares de José Orts Alberto, chófer de Meliana, fusilado el 23 de octubre de 1940 a los 46 años, mandado al paredón por el «grito de auxilio a la rebelión».

Frente a todos aquellos que les acusan de abrir viejas heridas, Ángel González, víctima del franquismo, aseguró que lo que buscan es cerrarlas, pues «siempre han estado abiertas» y «sepultadas bajo tierra y olvido», añadía Begoña Vellido, secretaria de organización de Rocafort.

La Ley de Memoria Histórica les permitió albergar esperanzas en 2007, pero la instauración del gobierno popular de Mariano Rajoy en 2012 hizo que el presupuesto se rebajase hasta los 2,5 millones de euros, explicó ayer Daniel Galán, presidente de la Asociación Víctimas del Franquismo y de la Fosa 118. Galán agradece, por tanto, el esfuerzo de la Diputación de València, así como el de los equipos de arqueología como ArqueoAntro de que ahora, más de 80 años después. la luz entrase en la fosa de su abuelo.

Gracias a ellos se consiguió exhumar seis fosas de Paterna y «recuperar los cuerpos de los que lucharon por la República y fueron asesinados», indicó Julio Fernández, presidente del consejo asesor de memoria democrática del Ayuntamiento de Paterna, para que puedan ahora «ser enterrados con dignidad» y salir del bucle de «humillación» que fue para las familias «no saber donde están los cuerpos de sus padres y abuelos».

Ahora, advertía Roxana Molla, de la Plataforma en defensa de las víctimas de Cuelgamuros, «es momento de tirar adelante y no dar ni un paso atrás», decía, «nunca más».