El viento de poniente que afecta a buena parte de la Comunitat Valenciana propició en la noche del miércoles al jueves temperaturas mínimas que no bajaron de los 20 grados en varios observatorios del litoral, provocando lo que se conoce como noche tropical, la primera de este año. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), es «muy poco frecuente» que se produzcan unas mínimas tan elevadas a estas alturas del año y, de hecho, la mínima de 21 grados registrada en Alicante durante la pasada madrugada no se producía desde el 16 de mayo de 1961. Sin embargo, este no fue el registro más significativo, puesto en que en Benidorm los termómetros no bajaron de 21,7 grados, en Miramar 21,1, en Orihuela 21, en Pego 20,8, en Rojales 20,7 y en Xàbia 20,5.

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante y colaborador de Levante-EMV, ha alertado de que los efectos que está teniendo el cambio climático en la evolución de las temperaturas revelan que en los últimos diez años, el aumento y combinación calor y humedad han hecho que durante el verano haga en la Comunitat Valenciana más calor (bochorno), sobre todo por las noches, que en el Valle del Guadalquivir, la que está considerada como la zona más tórrida de España. Pero hasta ahora, mayo no era un mes excesivamente caluroso y solo han transcurrido nueve días.

Las denominadas noches tropicales se han triplicado desde 1980. Debido al calentamiento del Mediterráneo, al efecto de la isla de calor urbana y al cambio climático (aunque en el caso del litoral mediterráneo aún desconocemos el peso que tiene respecto a estas situaciones), se está produciendo un aumento muy importante en las últimas décadas de las noches tropicales y sobre todo, de noches tórridas (25º o más). Hasta 1980, las noches tórridas en el Mediterráneo eran excepcionales, pero en los últimos años se están volviendo más frecuentes en el litoral .

Otro factor muy importante que condiciona las mínimas, especialmente cerca del Mediterráneo, es la temperatura del mar. «Cuando la temperatura de la lámina de agua del mar está tan elevada, trasmite el calor y la humedad al aire situado por encima (la brisa no refresca, más bien al contrario), pero también a las zonas más próximas al mar. Además, en los meses más cálidos del año -a partir de mayo- suelen aparecer nubes bajas entre el ocaso y el amanecer, sobre todo en el mar, que consiguen penetrar unos centenares de metros en tierra, por lo que en aquellas zonas afectadas por esta pantalla nubosa se registran temperaturas nocturnas más elevadas, al retener la nubosidad el calor acumulado durante el día», explica Olcina.