Nadia Filimonova tiene 34 años. Fue una de las primeras niñas en participar en el programa de acogida en los años noventa. Su casa de acogida estaba en Puebla de Mula, en Murcia.
«Tuve una grandísima suerte con mi familia española. Ellos me dieron muchísimas cosas buenas que me han ayudado hasta hoy. Me dieron más de lo que tenían para dar. Cada año me compraban la ropa y todo lo necesario para colegio para todo el año», comenta.
Nadia disfrutó durante cuatro años del programa de acogida en el Mediterráneo. Actualmente vive en una ciudad cercana a Kiev, a tan solo diez minutos en coche. Hasta ahora «no había notado ningún efecto» que pudiera estar relacionado con la catástrofe. En cambio, asegura que desde que tiene 30 años nota «un dolor horrible en las piernas».
Los efectos de la catástrofe
«Hoy en día tenemos un incendio de la enfermedad del cáncer, desde bebés pequeñitos hasta adultos», alerta. Nadia asegura que todos los días en redes sociales encuentra nuevas peticiones de ayuda, debido a que «los departamentos de cáncer en los hospitales están llenos. La cura es muy cara y el 99 % de los pacientes no tiene dinero para eso».
