Para buena parte de la izquierda valenciana, las diputaciones provinciales son instituciones viejunas cuya configuración decimonónica, de la España estructurada en provincias, no encaja con el Estado autonómico. Pero mientras el debate sobre su disolución sigue abierto y sin llegar a concretarse, los partidos políticos que se reparten los escaños no son capaces de dar a esta institución nuevos aires en materia de igualdad de género. La décima legislatura no pasará a la historia por ser la primera en la que exista paridad en los escaños. La diputación ha sido y sigo siendo cosa de hombres.
La propuesta de diputados y diputadas provinciales registrada ante la junta electoral por los seis partidos políticos que han logrado representación traerá como consecuencia una diputación con casi el doble de hombres que de mujeres: 20 frente a 11, lo que significa que las mujeres sólo representarán el 35 % del hemiciclo. De esta manera, ni se alcanza la paridad (mitad mujeres, mitad hombres) ni el principio de presencia equilibrada, recogido en Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres de 2007, y que aspira a que en los órganos de poder ninguno de los dos sexos esté por encima del 60 % o por debajo del 40 %.
Igual que la anterior legislatura
Se da la circunstancia de que la proporción de hombres y mujeres en la corporación será la misma que había hasta ahora, lo que evidencia la inmovilidad de la institución y de los partidos políticos. A diferencia de las listas electorales, en los que la ley obliga al 60/40, la elección de los diputados y diputadas provinciales (por sistema indirecto) queda fuera de esta cláusula legal de salvaguarda.
La ley obliga en listas de elección directa, mientras que deja en manos de los partidos y poderes públicos cumplir con el principio de igualdad en el resto de órganos de poder. Libres de cuotas, muchos partidos han elegido a sus representantes sin fijarse en la paridad. Con todo, en esta legislatura, unos asumen más responsabilidad que otros. Así, en esta ocasión, el más incumplidor es el PP. La lista está a la espera de que se decida el diputado por el partido judicial de Gandia, aunque el dilema se sitúa entre dos hombres, por lo que el equipo popular estará integrado por siete varones y una mujer; es decir, solo un 12 % de féminas. Es el peor porcentaje, aunque todos los grupos políticos a excepción de Compromís tienen más representantes masculinos que femeninos. El PSPV, tal como informó este diario, con ocho hombres y cinco mujeres, se queda cerca del 40 %. La excepción es Compromís cuya lista tiene predominio de mujeres: tres frente a uno. La coalición que lidera Mónica Oltra propicia que el porcentaje global no caiga por debajo del 30 %. Vox y La Vall tienen un sólo representante varón cada uno, mientras que Ciudadanos, con tres actas, ha elegido a dos hombres y una mujer.
La ausencia de paridad fue también un hecho la última legislatura, si bien la distribución por sexos en los grupos era distinta. Entonces el grupo socialista con cinco hombres y cuatro mujeres cumplía el principio de presencia equilibrada, mientras que Compromís (con el doble de hombres que de mujeres) se quedó por debajo. El PP también quedó lejos de la igualdad en la configuración de su grupo a la hora de elegir a sus represenantes provinciales: 9 hombres frente a 3 mujeres. La conclusión es que la foto del poder en la corporación provincial apenas se ha movido.
La igualdad de género y la lucha contra el machismo es una de las prioridades declaradas por el tripartito, pero la legislatura que ahora arranca evidencia que el poder con mayúsculas tiene nombre de hombres. La presidencia de la Generalitat y de las Corts pertenece a varones y todo apunta a que el máximo responsable de la diputación seguirá siendo un hombre.
