Las paredes de la casa de Amparo están llenas de recuerdos. Cuadros a decenas que cuelgan de las paredes de la casa con fotos de familiares. Carmen, su madre, los mira en ocasiones, cuando llega agotada desde el centro de día de Benicalap, gestionado por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de València (AFAV). En él recibe clases de gimnasia, rehabilitación, física y actividades lúdicas que le ayudan a ralentizar el deterioro que la enfermedad provoca. Pero sobre todo canta. Esta semana, en dos ocasiones, junto al coro Les veus de la memoria, formado por enfermos de alzhéimer, en la plaza del Ayuntamiento y en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe ante la reina Sofía.

Carmen es una de las 37.000 personas que padecen alzhéimer en la Comunitat Valenciana, una enfermedad degenerativa que afecta a la memoria y la conducta y supone un fuerte impacto emocional en el entorno familiar del afectado.Esta dolencia se centra especialmente en las mujeres y tiene una media de 81 años. según datos de la Conselleria de Sanitat.

La música ha sido el mejor tratamiento que ha podido recibir Carmen. «Hemos notado que ella es mucho más sociable, tiene muchas ganas de hablar y muchísimas cosas que contar. Al fin y al cabo, la música y las emociones están muy unidas» asegura Amparo, su hija. Carmen cuenta que está encantada con su estancia en el centro y su presencia en el coro. Le gusta mucho Sevilla, de Miguel Bosé, y en mitad de la entrevista se arranca a cantarla. También afirma que adora un tango argentino, de nombre Volver. Afirma que algunos días llega a su casa realmente cansada, pero no le importa; «a mí el centro me encanta».

Una de las coordinadoras de este proyecto es Soledad Corachán. Afirma que «todas las terapias que aplicamos a las personas enfermas de alzheimer tienen como objetivo ralentizar la enfermedad». Para ello, aplica la música que, según afirma «acceder a la parte de la memoria por otro camino y hace que, juntándola con emociones positivas, las personas con alzheimer puedan aprender canciones que no conocen». Explica que el taller comenzó como una actividad lúdica normal, pero cuando comenzaron a ver la mejoría en los pacientes, decidieron aumentar la dificultad y trabajar la memoria de una manera musical. «La música es una de las pocas cosas que hacen que el cerebro se active por completo», sentencia Corachán.

El familiar es otra parte del proceso que transita una persona con alzhéimer. Tanto es así que «es el que más sobrecarga lleva para adaptarse a la nueva situación de tener que cuidar a una persona 24 horas, y por supuesto la parte sentimental. Es un proceso tanto físico como emocional muy duro para las familias», asegura Corachán.

Amparo afirma que «hemos tenido que comprender cosas como que mi madre quiere estar en su casa y necesita vivir en su entorno». A pesar de esto afirma que la experiencia en AFAV es muy gratificante para las familias. «Me emociona mucho verla cantar porque sé que es un esfuerzo de memorización que es difícil. Ojalá mucha gente pudiera hacer actividades de este tipo. Es un buen empujón, en el centro están haciendo un trabajo estupendo».