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Sostenibilidad

Los valencianos entierran en vertederos sin reciclar el 95% del textil usado

La falta de regulación y de una red de contenedores facilita que los hogares manden cada año 17.000 toneladas de prendas y calzado al basurero

Los valencianos entierran en vertederos sin reciclar el 95% del textil usado

Cuando hay 20 años de campañas y un contenedor verde para cada 220 habitantes y los resultados de recogida selectiva de vidrio son malos, poco puede esperarse de los datos de reciclaje de ropa y calzado. Esta fracción es una de las grandes desconocidas tanto para los ciudadanos como para los investigadores, en gran parte debido a la ausencia de una norma específica de recuperación de este residuo y de una red uniforme e identificable de contenedores.

No será hasta 2024 cuando entre en vigor la directiva europea que obliga a tratar los desechos de ropa y los zapatos viejos (y el resto del textil doméstico) por separado, como ya se tratan envases de yogur, botellines de cerveza o mondas de naranja, de manera que el ciudadano se guía por su instinto al decidir qué hacer con la ropa que se descarta. Según un estudio de la Asociación Ibérica de Recicladores de Textil (Asirtex), el sexto sentido de la mayoría ordena meterla en la basura normal: el 96 % del textil viejo acaba enterrado en un vertedero porque se tira en el mismo sitio que las mondas de naranja, es decir, en el cubo de basura mezclada.

El dato, como casi todas las conclusiones de este trabajo publicado en septiembre de este año y titulado El residuo textil municipal: la realidad desconocida, se ha calculado como media de los resultados obtenidos tras analizar cuatro planes zonales de residuos de la Comunitat Valenciana. El informe pone de manifiesto que cada habitante de la Comunitat genera 48 kilos de residuo textil de este tipo al año, pero de ellos sólo 1,96 se recuperan para tener una segunda vida.

Lo demás va a vertederos, instalaciones que solo en contadas ocasiones disponen de un sistema de recuperación de textiles. «En las plantas de residuos nos dicen que la ropa, las moquetas y otros restos de este tipo causan muchos problemas, porque llegan contaminados y son difíciles de recuperar. Y una vez dentro de la planta causan problemas mecánicos y lixiviados en el vertedero», afirma Juan Carlos Aranda, secretario de Asirtex.

La ropa, los zapatos viejos y el textil de hogar suponen cerca del 10 % de la basura urbana, según el estudio. Su inevitable aterrizaje en basureros demuestra hasta qué punto siguen inamovibles los principios de la economía lineal de producir, usar y tirar y cuánto queda para que el paradigma circular que convierte los desechos en materias primas sea una realidad tangible. Refleja cómo se desperdicia un recurso, los rechazos textiles, que podría alimentar mejor la industria de la ropa de segunda mano y la fabricación de productos de limpieza y materiales aislantes para ropa de hogar e incluso prendas nuevas.

Fines sociales

Los contenedores metálicos que suelen invitar al ciudadano a introducir en bolsas cerradas su ropa vieja y los zapatos que ya no usan son de dos tipos. Hay empresas, entidades con ánimo de lucro, que revalorizan el residuo al venderlo como materia prima para fabricar nuevas prendas y tejidos, y organizaciones del tercer sector que monetizan estos recursos con fines sociales. Como señala la investigación, «siete de las doce empresas que realizan la gestión de los residuos textiles municipales pertenecen al Tercer Sector de Acción Social».

Los restos textiles se gestionan en la Comunitat de forma «asilvestrada», según Aranda, y necesitan de una «responsabilidad ampliada del productor» para dejar de ser un problema. «No ha habido nunca una recogida general y homogeneizada, como ocurre con los envases, en parte porque hasta hace poco el textil no se consideraba residuo urbano», explica el directivo, lo que ha provocado que «cada ayuntamiento lo haya resuelto de una manera distinta». Así, existe una variopinta red de contenedores de textil, algunos «conveniados con empresas, otros cedidos a ONG», entre los que se encuentran «muchos colocados ilegalmente».

Propone tomar como referencia el sistema integrado de gestión (SIG) francés Eco TLC, único en Europa que recoge de forma integral esta fracción. En el país vecino se ha conseguido en diez años situar la recogida de textiles en 4 kilogramos al año por habitante, cuando en España la media está en la mitad. «Los productores deberían dar dejar de hacer 'greenwashing', dar un paso adelante voluntariamente y crear un sistema como Ecoembes», afirma Aranda, en referencia a las campañas y etiquetas de blanqueo de huella ecológica que está lanzando el sector. «Están muy preocupados por todo este asunto», afirma.

Este diario preguntó a la Conselleria de Medio Ambiente qué explicación encuentra al vertido del 95 % de restos textiles, pero no obtuvo respuesta al cierre de esta edición.

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