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Impacto de las obras de emergencia

Regeneración bajo lupa

Los trabajos de emergencia para paliar los daños de los temporales suelen estar exentos del trámite de impacto ambiental por lo que el Instituto de Ecología Litoral y la Fundación Biodiversidad alertan del daño a los hábitats y especies prioritarias

Regeneración bajo lupa

El último episodio de lluvias intensas y fuerte viento de principios de diciembre se llevó por delante la enésima regeneración de la playa de les Deveses de Dénia. El oleaje se tragó los aportes de arena que aún se estaban depositando, dejando un escalón de más de un metro en la orilla. Unos trabajos cada vez más recurrentes y casi siempre con carácter de urgencia, que pueden dañar seriamente a los hábitats marinos y las especies prioritarias. De ahí que el Instituto de Ecología Litoral (IEL) y la Fundación Biodiversidad hayan colocado la lupa sobre estas actuaciones de la Dirección General de Costas elaborando un Manual de Buenas Prácticas para la realización de obras de emergencia en entornos de la Red Natura 2000.

El extenso documento va dirigido a técnicos de las administraciones públicas competentes en el medio marino, ingenieros y profesionales encargados de los trabajos de consultoría y ejecución de obras marítimas, consultores ambientales y técnicos de medio ambiente. El objetivo no es otro que evitar la colisión entre la preservación de la biodiversidad y los usos turísticos. «Los ayuntamientos van con prisas porque llega la Semana Santa o la temporada de baño y echar arena en la playa sin un estudio previo lo único que hace es empeorar las cosas». Así de explícito se muestra Juan Guillén, jefe de Investigación del Área Marina del Instituto de Ecología Litoral. «Nos dimos cuenta de que era un proyecto bastante necesario porque hoy en día casi todas las playas y calas de valor turístico están metidas también en figuras de protección pero hay un solapamiento de intereses», incide.

El peligro de las prisas

Guillen recuerda que cuando se producen temporales se rompen los paseos marítimos o desaparecen literalmente las orillas de las playas. «Los consistorios presionan para que se declaren obras de emergencia pero, al ser aprobadas por orden ministerial, se saltan el procedimiento de impacto ambiental. Ellos actúan deprisa y corriendo, aunque de buena fe intentando no afectar, pero a veces sin un claro procedimiento de qué es lo que se tiene que estudiar, cómo o durante cuánto tiempo», advierte el especialista.

Intervenciones que se repiten

Se da la circunstancia, como ocurre en les Deveses de Dénia, que las intervenciones de maquinaria son algo periódico, por lo que si se establecen unos protocolos o códigos de buenas prácticas, con el preceptivo impacto ambiental que puede tener sobre la zona, la administración los puede utilizar para cuando se contrate a las empresas. Se trata, según Guillén, «de poner un poquito de orden, cómo se tiene que hacer esa obra, durante cuánto tiempo debe durar ese seguimiento, la metodología, qué parámetros deben controlarse y también que esa información sea compartida».

La acción humana se deja sentir especialmente en unos ecosistemas que cada vez son menos estables, tal como recuerdan el IEL y la Fundación Biodiversidad. «La demanda turística, cada vez mayor, comporta modificaciones como, ampliaciones portuarias o regeneración de playas que son generadoras de riqueza económica, pero que pueden degradar la naturaleza de los espacios litorales y son además fuente de numerosos desequilibrios ecológicos», razonan. La presión demográfica y de usos ha producido un intenso proceso de urbanización, tal como refleja el estudio, que ha transformado el 25% de la franja de un kilómetro desde la línea de costa en superficies artificiales, «llegando en algunas zonas a auténticas murallas urbanísticas».

«La desaparición de espacios costeros, tales como dunas, saladares, marjales o estuarios, entre otros, ha sido una consecuencia más de todo ello», remarca Guillén. El Manual de Buenas Prácticas se centra solo en los potenciales impactos derivados de las obras de defensa costera como son la instalación de espigones o diques, así como en los aportes de arena tras los episodios de gota fría o DANA. Además, se recuerda que la extracción de arena y grava para reponer en otros puntos del litoral no está exento de riesgos al ser los fondos marinos reguladores de los metales pesados y nutrientes de las zonas costeras.

La Posidonia como aliada

La investigación alerta también sobre los peligros de la degradación de las praderas de Posidonia oceánica, ya que la desaparición de su estrato de raíces -en ocasiones superior a un metro de espesor- puede aumentar la erosión marina del perfil de las playas por eliminación del «dique natural» que suponen. «Está escasamente estudiado pero contribuyen a frenar la acción erosiva de los temporales por acumulación de hojas y fragmentos de Posidonia que

protegen la línea de playa y aumentan la viscosidad del agua, disminuyendo, en consecuencia, la energía que descarga la ola en su rompiente», argumentan.

La Posidonia oceánica es solo una de las veintiuna especies de flora marina más frecuentes en las potenciales zonas de actuación y que se consideran vulnerables, en peligro de extinción o figuran en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección (Lespe). En cuanto a los invertebrados marinos figuran un total de cuarenta taxones, veinticuatro pertenecen al grupo de peces marinos, cinco al listado de las tortugas marinas, mientras que las aves son treinta y nueve. El número de mamíferos a proteger asciende a treinta y dos, tal como se recoge en el estudio del IEL y la Fundación Biodiversidad.

Plan de vigilancia

Entre los efectos adversos de las actuaciones en primera línea se destaca el polvo, ruidos, olores, turbidez e impacto visual. De ahí que las buenas prácticas pasan por disminuir tales causas. Como paso previo se han de cumplir una serie de normas que incluyen el Estudio de Impacto Ambiental, la Declaración de Impacto Ambiental, el Informe de Sostenibilidad Ambiental y el Plan de Vigilancia Ambiental y de Vertido de Dragados. El objetivo es asesorar a la dirección de la obra sobre el desarrollo del proyecto en el día a día, desde el proceso de dragado de sedimentos -cuando los aportes son de origen marino- hasta su colocación en la playa. El PVA puede prohibir la realización de algunos trabajos en determinadas épocas del año que coincidan con los períodos de cría de algunas especies, el levantamiento de la veda de pesca o incluso la afluencia turística en el entorno.

Dragados de alta precisión

Entre las recomendaciones que realizan investigadores y biólogos está el uso de sistemas de dragado de alta precisión y que reduzcan la resuspensión del material o el empleo de cortinas anti-turbidez que impidan el paso de sedimentos en suspensión hacia las zonas aledañas sensibles.

El proyecto del Instituto de Ecología Litoral y la Fundación Biodiversidad no se quedaba en el mero papel y contemplaba, además, visitas a administraciones y agentes implicados para recopilar información, así como entrevistas con personal de las jefaturas de Costas, servicios de Costas y de Medio Ambiente porque «todos tienen sus experiencias y es bueno conocerlas para poder llegar a la mejor solución posible». Los temporales, mientras, siguen sucediéndose con partidas millonarias destinadas a la regeneración de unas playas sometidas a una presión cada vez mayor.

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