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Emergencia

Nunca es tarde frente al cambio climático

Los investigadores han hecho los deberes. Llevan décadas advirtiendo sobre los efectos del calentamiento global, con la extremización del clima ejemplificado en un temporal devastador en la costa

Nunca es tarde frente al cambio climático

Olas cada vez más altas, nevadas que no se recordaban y lluvias de una intensidad superada en cada nuevo temporal. ¿Son estos fenómenos efecto del cambio climático? «La torrencialidad es una característica de nuestro clima mediterráneo y la historia está salpicada de muchos eventos con precipitaciones elevadas, pero lo que los informes nos indican es que habrá una extremización de esos episodios meteorológicos adversos, que serán más intensos y frecuentes». Lo explica, de forma clara y concisa, María José Estrela, doctora en Geografía Física con la especialización de climatología en la Universitat de València. Idea en la que convergen José Antonio Sobrino, Samira Khodayar y Samuel Biener, expertos todos en las consecuencias del calentamiento global. A unos metros de la playa de la Malva-rosa, con las máquinas aún trabajando para recomponer los destrozos ocasionados por la última borrasca, los cuatro reclaman «huir del cortoplacismo». También de los parches. «Es una utopía pensar que todo va a seguir como antes, hay que empezar a planificar actuaciones estructurales, no provisionales», razonan casi al unísono. El mensaje es rotundo, pero también esperanzador. «Siempre hay tiempo, nunca es tarde para tomar las medidas adecuadas», recalca Khodayar.

Los científicos no tienen dudas. Nunca las han tenido. Trabajan con cifras y series históricas. Evidencias físicas y matemáticas que, además, permiten proyecciones que se están cumpliendo. «Todo son datos», remarca Sobrino, premio Rei Jaume I de Protección Ambiental en 2019. Catedrático de Física de la Tierra de la Universitat de València y presidente de la Asociación Española de Teledetección, centra su investigación en los cambios que sufre el planeta con las imágenes que suministran los satélites. «El deshielo, la mayor temperatura del mar y su contaminación, las islas de calor o la peor calidad del aire que complica la vida en las ciudades son este tipo de fenómenos que la teledetección nos permite visibilizar», relata Sobrino.

Con los algoritmos, esa palabra incorporada al día a día por el universo digital, Sobrino lleva un seguimiento pormenorizado de la temperatura de la superficie terrestre, la contaminación marina o los efectos de la isla de calor. Y reitera la alerta: «Hay que hacer caso de los datos». En ese punto, recuerda el importante papel que los medios de comunicación pueden desempeñar «explicando las implicaciones que el calentamiento va a tener en el turismo, un sector de tanto peso en la economía valenciana». El aumento de la temperatura del mar que pueda darse en las próximas décadas, en el Mediterráneo «será el doble». Las proyecciones para 2100 indican 4 grados más y una subida del mar de un metro, según el último informe de Mediterranean Experts on Climate and Environmental Change hecho público por el Foro Regional de la Unión por el Mediterráneo. «Estamos en una zona con muchas infraestructuras en la costa, lo cual explica el porqué se habla de una zona más vulnerable a los efectos del calentamiento global», señala.

Con las advertencias hechas de qué puede comportar el calentamiento global, y con tres temporales de récord en apenas nueve meses, María José Estrela aboga «por huir del cortoplacismo y el electoralismo para analizar el futuro del litoral a largo plazo». «La visión del riesgo sola no sirve, hay que contemplar el ascenso del nivel del mar», lanza. Punto en el que plantea el tema más espinoso, el que mayor controversia genera. ¿Dónde hay que fijar los límites de construcción en primera línea de playa? «Si solo se piensa en el factor riesgo, se pondrán tiritas que serán muy caras. Y no servirán, porque el mar volverá por sus dominios. Se debe trabajar con un planteamiento de fondo, que requiere medidas mucho más duras, caras e impopulares socialmente, como son las expropiaciones o aumentar el dominio público hidráulico», argumenta . «Después de las catástrofes se tiende a olvidar el aumento del nivel del mar. Algo que no es de hoy para mañana, pero que llegará», enfatiza. «Ha llegado el momento de dejar atrás las obras duras, que impiden la permeabilización y empezar a pensar en soluciones basadas en la naturaleza», defiende.

«En el ámbito científico lo sabíamos, que todo esto llegaría, pero el mundo se mueve por la economía y no por el interés de la sociedad». Así de explícita se muestra también Samira Khodayar, quien pese a lo abrumador de los informes científicos, se agarra al positivismo. Para esta doctora en Física por la Universidad Karlsruhe y desde febrero de 2019 investigadora en el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo con el plan de recuperación de talentos de la Generalitat Valenciana se trata de elegir. «Hay muchos factores que pueden minimizar los efectos de lo que nos espera», asevera. Pone como ejemplo la Declaración de Emergencia Climática y Ambiental de España, con la que el Gobierno se compromete a adoptar 30 líneas de acción prioritarias y cinco de ellas en los primeros cien días de mandato. «Confiemos que se lleve a cabo con seriedad», comenta. Habla de un progreso «sostenible que se puede y se debe hacer, pero que se debe querer hacer». «Estamos en un punto en que las pérdidas para la sociedad pueden ser tan grandes que no compense seguir con la actual dinámica», razona.«Esta no es una situación que vaya a cambiar», recalca.

Los cuatro investigadores, reunidos en torno a una mesa en el restaurante La Marítima, en el edificio Veles e Vents, aprovechan el encuentro propiciado por Levante-EMV y reclaman recursos para la ciencia. «Sin inversión no hay nada», enfatiza Khodayar, quien apunta a Alemania como ejemplo a seguir pues destina una partida de su presupuesto a estudiar el calentamiento global. Acto seguido da un paso más para pedir «una reestructuración completa del pensamiento social». Propuesta que secundan Estrela, Biener y Sobrino, con la petición de que asuntos de tanto calado «se prioricen por encima de intereses partidistas». «Lo ideal sería un pacto de Estado en el seno de una comisión donde además se diera voz también a colectivos sociales», resumen. Momento en el que colocan la lupa en la educación y en preparar a las generaciones del futuro para saber a qué escenarios se enfrentan. «Han de aprender a vivir los cambios de forma natural», previenen.

Términos como prevención, mitigación y adaptación surgen a lo largo del debate, con críticas al poco compromiso de Estados Unidos para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono. Premisa básica para el camino hacia la descarbonización y la apuesta por las energías renovables con el año 2050 como horizonte marcado. Una apuesta en la que Europa ha querido tomar la delantera, mostrando un nivel de exigencia ambiental incluso mayor que otras potencias más contaminantes. «Es un cambio de modelo energético en el que no hay que dejarse a nadie por el camino», según Sobrino, en referencia a los países más desfavorecidos. «Hay que dejar de mirarse el ombligo y ayudar», insiste, en clara sintonía con el discurso de Naciones Unidas de una transición justa.

El estrés hídrico comportará no solo erosión en el suelo, también cambios en la producción agrícola, obligando a optar por variedades adaptadas a un menor consumo de agua. Sin obviar tampoco la afección al medio natural, el gran olvidado, con la desaparición de especies autóctonas y la llegada de otras exóticas invasoras. Las olas de calor se traducirán en pérdida de la confortabilidad según las previsiones científicas que en el litoral mediterráneo afectará específicamente al turismo. «Hay quienes plantean alargar la temporada alta hasta noviembre, porque las temperaturas cada vez son más elevadas. Lo estamos viendo en Benidorm. Las estaciones de primavera y otoño están condenadas a desaparecer, acentuándose los períodos más extremos como son el verano y el invierno», según Biener. En ese constante rehuir el catastrofismo que solo conduce a la inacción más peligrosa, un mensaje esperanzador quedó flotando en el ambiente: «El futuro depende del compromiso del ser humano».

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