Las declaraciones de siete mujeres que mantuvieron encuentros sexuales con Jorge P. J., el presunto asesino de Marta Calvo, en circunstancias similares a las que envuelven la muerte de la joven de Estivella y de otras dos víctimas fallecidas en València por una reacción adversa a las drogas tras haber quedado con el sospechoso, indican una pauta común, el presunto homicida siempre trataba de introducirles la cocaína en zonas del cuerpo de alta absorción a traición y sin que éstas dieran su consentimiento. De hecho, dejaba a sus víctimas en un estado de somnolencia, debilidad e incluso de inconsciencia en el que cualquier tipo de acto sexual que hiciera con ellas -hubieran acordado antes o no de forma voluntaria las relaciones- sería constitutivo de un delito contra las libertades sexuales ya que en ese estado ellas eran incapaces de dar su consentimiento.

Así se desprende de las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y del grupo de Homicidios de la Comandancia de València que en base a todas las pruebas recabadas hasta el momento aprecian tanto el delito de homicidio como un delito contra la libertad e indemnidad sexual por cada una de las siete víctimas a las que se les ha tomado declaración, así como presuntamente en el caso de Marta Calvo, de ahí que se deshiciera de su cadáver para ocultar pruebas. Y también aprecian los mismos delitos, a tenos de esa pauta de conducta común y persistente en el tiempo, en las otras dos fallecidas en València tras quedar con el presunto homicida, muertes que investiga la Policía Nacionaly de las que habría tenido conocimiento la Guardia Civil a raíz de las noticias aparecidas en los medios de comunicación, como así refleja el informe policial entregado a la jueza de Alzira.

Además de estas diez víctimas que ya adelantó Levante-EMV, se tiene constancia de más mujeres con las que Jorge contactó a lo largo de estos últimos años para tener sexo, siempre aparejado al consumo de cocaína. Con tres de ellas incluso trató de concertar un servicio sexual con el cuerpo de Marta Calvo aún en su domicilio de Manuel, tal como informó en exclusiva este periódico. Pero o bien no llegó a producirse la cita o bien eran mujeres xtranjeras que han preferido no declarar por miedo.

Dos de las víctimas a las que han tomado declaración los investigadores llegaron incluso a acudir al servicio de Urgencias del Hospital Arnau de Vilanova ante la sospecha de que el tipo que había contratado sus servicios sexuales, las había envenenado o intoxicado con algún tipo de sustancia para que perdieran el conocimiento. En las analíticas de orina ambas dieron positivo en cocaína. No obstante, no se les realizó un análisis de tóxicos más en profundidad. En un caso, la médica que la atendió dijo no considerarlo necesario ya que «solo lo hacían en casos de extrema gravedad».

Una de ellas llegó a temer seriamente por su vida al sentir un fuerte ardor en la zona genital y el corazón muy acelerado, producto de la cocaína que le había introducido a escondidas el sospechoso pese a que ella le había dejado bien claro que no quería consumir. Así, cuando fue al baño a lavarse le salieron varias piedras de cocaína de la vagina.

Todas coinciden en señalar la insistencia del presunto homicida y violador en serie en que consumieran cocaína que él mismo les proporcionaba. Antes de quedar con ellas ya les preguntaba si accedían a hacer una «fiesta blanca», y si alguna se negaba durante la cita, se ponía agresivo o les introducía o administraba droga escondidas. Así, llegó a ocultar la bolsa con el tóxico bajo la almohada o bajo la cama, y con la excusa de darles masajes, les frotaba sin que lo supieran cocaína por toda la piel, haciendo especial hincapié en zonas con glándulas sudoríparas, como las axilas, el borde inferior de los senos, la parte posterior de las rodillas o las plantas de los pies para procurar la máxima absorcion «poniendo a sabiendas en peligro su vida», afirman los investigadores. En la mayoría de casos, les introducía directamente piedras de coca en la vagina o el ano aprovechando el estado de aturdimiento en el que las dejaba.

De hecho, la Guardia Civil sospecha que utilizó alguna otra sustancia o fármaco para dejarlas en este estado de somnolencia, ya que varias de ellas indican que comenzaron a sentirse mal después de beber vino, cerveza o champán que él les había preparaba a solas. Una incluso le vio partir una pastilla antes de echarlo de casa.