«La educación es clave y la única garantía para la igualdad y el fin de la violencia machista». La frase, pronunciada por Paqui Méndez, presidenta de la Asociación por la Coeducación, resume a la perfección el sentir de las personas que participaron el pasado jueves en el desayuno organizado por Levante-EMV y patrocinado por Facsa y Caixa Popular para difundir el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 de Naciones Unidas, referido a la igualdad de género.

Un mundo libre de machismo y donde mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades es uno de los retos de la ONU y del movimiento feminista representado en este encuentro por Méndez; Amalia Alba (Federació de Dones Progressistes); Marina Gilabert (Clásicas y Modernas); Cándida Barroso (CC OO y Asamblea Feminista) y Agustín Zaragozà (profesor y experto en género). El debate contó también con la presencia de la directora general de la Mujer de la Generalitat Valenciana, Maria Such, así como con la responsable del Departamento Laboral y del Plan de Igualdad de Caixa Popular, Reme Alarcón, y Mairena García, técnica de investigación de la empresa Facsa. La mesa fue moderada por la directora de Levante-EMV, Lydia del Canto, y el director general de Relaciones Institucionales de Prensa Valenciana, Julio Monreal.

La educación como salvaguarda de la igualdad, coincidieron las presentes, pero con una mirada crítica respecto a la situación actual. Reme Alcarcón consideró fundamental actuar desde la infancia: «una educación en igualdad y en valores, porque conforme se avanza cada vez es más difícil corregir ciertas actitudes». Méndez lleva en esta pelea desde 1991 y lamenta que el plan de coeducación no se esté aplicando en su totalidad. Además, frente a la escuela están los impactos que llegan desde los productos culturales; la televisión, la publicidad con «un empuje machista muy potente». En esta línea, Gilabert consideró fundamental un enfoque global para luchar contra la desigualdad y que tenga en cuenta la cultura. «El problema no es solo la ausencia de representación - apunta-, es actuar en todos los oficios».

Agustín Zaragozá, con amplia experiencia en formación de docentes, interpeló a sus compañeros varones e hizo hincapié en el hecho de que en la mayoría de los cursos oficiales que se imparten para formar a docentes en igualdad, nuevas masculinidades o prevención de violencia machista apenas un 10% de asistentes son hombres.

En este contexto, la nueva ley de educación que prepara el Gobieno de Pedro Sánchez también fue objeto de debate. Amalia Alba consideró positivo que la religión, «una forma de oprimir y marginar a las mujeres», no sea evaluable y puso el énfasis en la necesaria educación afectivo sexual: «Es fundamental introducirla desde Primaria para que los niños no busquen respuestas en la pornografía».

Maria Such añadió que es urgente que se revise el material escolar para dar referencias femininas en los libros de texto para que existan bases sólidas desde el principio y no operen los sesgos de género, aquellos que, por ejemplo, hacen que niñas con siete años consideren que tienen menos habilidades que los niños en áreas como la ciencia o la tecnología.

La difícil ecuación niña/ciencia fue también uno de los asuntos más debatidos. Mairena García, desde su experiencia como ingeniera en Facsa, alertó de la necesidad de que las mujeres se formen para poder acceder a determinados puestos relacionados con la tecnología, trabajos que, apostilló Paqui Méndez, serán en el futuro los mejor posicionados. La presidenta de la Asociación de Coeducación propuso que, al igual que ocurre con la música, se creen escuelas tecnológicas en todos los municipios. «Hay que incentivar a las niñas», añadió. En una línea similar, para luchar contra la brecha digital, Such defendió que en Secundaria y Bachiller la tecnología y la informática sean asignaturas troncales.

Por su parte, Agustín Zaragozá, también profesor de instituto, advirtió que en el ámbito de la educación «el debate no puede ser sólo la enseñanza del inglés y la preparación para una cultura digital: la igualdad es lo importante, lo fundamental».

Conciliación y corresponsabilidad

La otra pata para igualar a mujeres y hombres en el ámbito laboral tiene que ver con la conciliación y la corresponsabilidad: «La igualdad en el ámbito laboral llegará cuando la igualdad llegue a casa», asestó Mariena García. Candida Barroso ahondó en esta reflexión: «¿Qué pasa después? Cuando una va a trabajar se encuentra con las resistencias de las empresas porque el mito de la maternidad sigue operando y luego está el problema de la corresponsabilidad, cómo hombres y mujeres organizan los tiempos en el ámbio privado», indicó. «Es el triángulo, empresa, Estado y familia; en la familia las madres son quienes llevan la mochila a sus espaldas», añadió.

Otro poblema añadido con el que se encuentran las mujeres en el día a día son los cuidados: «Las hijas y los hijos trabajan, las familias se dispersan y necesitamos ciudades cuidadoras», añadió Marina Gilabert. «Necesitamos datos desagregados para tomar decisiones», advirtió. Zaragozá expuso los cálculos de la socióloga Maria Angels Durán, que habla de 27 millones de trabajadoras en cuidados. Sin embargo, como ocurre con las tareas del hogar, es trabajo silenciado y no remunerado. «Hay que proteger a las trabajadoras del hogar», terció Barroso.

Desde Caixa Popular, Reme Alarcón saludó la equiparación de los permisos de paternidad aunque abogó por que no sean coincidentes con los de las mujeres. Amalia Alba, por su parte, urgió a un cambio rápido porque si no las mujeres «con estatus entrarán en un proceso discriminatorio, no podrán ser madres».

Such se mostró optimista porque pese a las brechas «se ha tomado conciencia de la necesidad del feminismo». «Hemos pensado mucho cómo queríamos vivir y ahora hemos de comenzar a vivir de la forma en que pensamos», señaló.

Respecto a la celebración del 8M este domingo hubo coincidencia de que las calles de las ciudades valencianas vivirán un nuevo «reventón», como en los años anteriores, sin olvidar que hay retos pendientes: el papel de las mujeres en el mundo rural, los techos de cristal, los micromachismos, la prostitución, los vientres de alquiler y todas las violencias hacia las mujeres.