El sector de la construcción salvó las restricciones del estado de alarma, pero, al final, la parálisis se contagia. El lunes las obras de nuevos apartamentos y chalés de la Marina Alta, una comarca en la que el ladrillo y el turismo tiran del carro, ya funcionaban a medio gas. Los empresarios consultados por este diario advierten de que decidieron dar vacaciones a parte de la plantilla. Pero, afirman, a medida que han ido pasando los días se han dado cuenta de que va a ser muy complicado seguir adelante.

«Queremos continuar trabajando y nuestros empleados nos dicen que ellos también quieren seguir, pero, al final, vamos a tener que parar a la fuerza», indica un promotor que se dedica al mercado de los chalés de lujo.

Este empresario subraya que el problema no es la mano de obra, sino el suministro de materiales. «Ya no nos están sirviendo. Todo escasea. No nos llegan hormigón ni bloques. Y así poco podemos hacer».

El lunes sí que es cierto que todavía se veía actividad en las obras. El promotor citado asegura que han tomado «escrupulosas» medidas de seguridad para proteger a los empleados. «A todos les hemos proporcionado mascarillas y guardan distancias de seguridad. A la hora del almuerzo, cada uno se sienta en una punta».

Pero, claro, hay medidas como la de dejar en las furgonetas como mínimo la mitad del espacio de ocupantes libre o que en los coches sólo viaje una persona, que disparan los costes. «Ahora mismo seguir adelante con las obras no es asumible. Nos queda la esperanza de que, cuando pase todo esto, los ayuntamiento agilicen licencias y trámites y podamos recuperarnos. Todos tendremos que arremangarnos. Debe ser un esfuerzo colectivo», plantea el promotor.

El sector de la construcción era el único que podía mantener un poco el pulso de la economía de la Marina Alta en un momento de parón total. El turismo está en el dique seco con el cierre de los locales de hostelería. Además, los empresarios saben que la Semana Santa y la Pascua están perdidas. El objetivo es ahora resurgir en verano. Pero la incertidumbre por la crisis global del coronavirus hace que los empresarios con los que ayer habló este diario no se atrevan siquiera a pronosticar el impacto en un tejido económico como el de la Marina Alta que depende absolutamente del turismo.

La comarca había recuperado estos últimos años el pulso urbanístico tras la tremenda crisis del ladrillo. En les Marines y en la zona de Sorts de la Mar (al sur del casco urbano), en Dénia, se están construyendo varias promociones de viviendas y apartamentos. Mientras, en el Arenal de Xàbia, también hay promociones ya acabadas y otras que están en marcha. En Calp, se están alzando nuevos bloques de apartamentos.

Además, un mercado que aguantó el tirón en el momento más crítico de la anterior crisis, el de los chalés de lujo, parecía no tener techo. Las promotoras, ante la falta ya de suelo en lugares tan privilegiados como la cima de los acantilados, optaban por comprar casas de los años 70 y 80 y tirarlas y levantar modernos chalés de vanguardista arquitectura.

Todo está ahora en el aire. La incertidumbre es total. El sector quería seguir dando el callo. El estado de alarma le permitía mantener dar un poco de vida a una economía ahora mismo paralizada. Pero los empresarios empiezan a arrojar la toalla.